Pocas cosas son tan efímeras como un tuit. No obstante es precisamente esta clase de comunicación efímera la que yace en el corazón de muchos hechos históricos contemporáneos. Pero al mismo tiempo es un registro histórico fundamental que se puede perder antes de que seamos conscientes de su importancia. “Hay mucho que celebrarle a las redes sociales por su poder y su carácter incluyente. No obstante, los historiadores del año 2314 que quieran investigar el principio del siglo XXI van a estar en dificultades. Y sus chances de éxito dependerán de las compañías privadas que son dueñas de nuestra historia social contemporánea”, analiza el columnista Tom Chatfield, de la BBC, en un artículo titulado “La desaparición de nuestra historia en línea”.
Chatfield apoyó su hipótesis en un estudio publicado en septiembre por los científicos informáticos Hany SalahEldeen y Michael L Nelson en la Universidad Old Dominion, Virginia, EE.UU. El ensayo, llamado “Perdiendo mi revolución: ¿cuántos de los recursos compartidos en redes sociales se han perdido?”, tomó seis eventos muy significativos de los últimos años: el brote del virus H1N1, la muerte de Michael Jackson, las elecciones iraníes y las posteriores protestas, el Premio Nobel de la Paz para Barack Obama, la revolución egipcia y el conflicto sirio; para el análisis establecieron una muestra de tuits que discuten esos hechos y luego desgranaron los recursos vinculados a esos posteos y confirmó si dichos vínculos son todavía accesibles, si han sido preservados en archivos digitales o si han dejado de existir.
Los hallazgos indican que, en promedio, un año después de cada evento, el 11% del contenido vinculado había desaparecido y sólo el 20% había sido archivado. La tendencia continúa con el tiempo: dos años y medio después del evento, un 27% se había perdido y un 41% había sido guardado. Se trata de una investigación preliminar; sin embargo, las cifras sugieren una tendencia clara: la pérdida de más del 10% de recursos compartidos a través de redes sociales cada año, incluso cuando se tiene en cuenta lo archivado.
Esto no quiere decir que los tuits se desvanezcan. Aquellos que quieran analizar exhaustivamente tendencias dentro de las redes sociales, servicios privados como Gnip -que, por un determinado precio, prometen un “completo acceso a todo tuit públicamente disponible, desde el primero, publicado el 21 de marzo de 2006”. Ofrecen un chorro de datos, muy apreciado por firmas de marketing e investigación, pero con costo fijado por ellos.
Chatfield concluye en su columna que “el pasado está más seguro”, pues la historia en papel está mejor preservada y es más fácil, de hecho, encontrar en la web el desarrollo de muchas ideas claves del siglo XVIII que de los últimos 50 años. “El peligro es quedarse sin saber de qué se estaba hablando en primer lugar. En el corazón de todo esto está lo que se podría llamar la paradoja de las comunicaciones efímeras. Su facilidad instantánea e insustancial es perfecta para compartir y debatir las cuestiones más importantes de nuestra época. Pero eso también genera un nuevo problema histórico, pues todo lo compartido y debatido significa poco, a largo plazo, si uno se queda sin saber de qué estaba hablando la gente en primer lugar”, advierte.