La historia del domingo fue más corta de lo deseado. Aunque tuvo, eso sí, la paridad imaginable para toda la serie. Fabio Fognini superó a Carlos Berlocq por 7-6, 6-7, 6-1 y 6-4 para cerrar la serie, instalar a Italia en cuartos de final y condenar a Argentina a una desacostumbrada serie de repechaje que se disputará en septiembre próximo frente a un rival a determinar.

Está dicho: el partido fue parejo. Y en ese contexto, el mejor de los dos sacó ventajas en pequeños detalles. Esos que tantas veces sirven para explicar porqué uno sí, porqué otro no. Fognini tiene más velocidad, desplazamientos deliciosos, drive de elite mundial, un revés que hace bastante más que acompañar, y un juego de red exquisito. En los últimos meses, además, elevó su nivel mental y el umbral de sufrimiento dentro de una cancha, siempre necesario para progresar. Ayer, hizo un poco de cada cosa. En el tercer set dio un paso adelante, apuró tiempos y superó en velocidad a Berlocq. En el cuarto se aferró a su golpe, el drive, en los momentos decisivos. Y en los dos primeros ya se había mostrado dispuesto a sufrir un desarrollo que se estiraba y que, en forma de dos tie-break, amenazaba con estirar demasiado el tiempo del partido.

Enfrente Berlocq mostró su esencia. Una vez más. Como tantas. Dejar todo siempre está en su ADN. Y además, exhibir lucidez para encontrar fisuras en su rival, tomar decisiones correctas, y ejecutar con exactitud, sin temores ni tensión excesiva que atenten contra sus posibilidades. Una pequeña relajación mental en el tercero permitió el único momento de diferencia importante en los números.

En el cuarto, otra vez, estuvo dispuesto y consiguió volver a jugar absolutamente de igual a igual. Es cierto que perdió. Tanto como que lo hizo con alguien que es mejor y que, aunque sea por pequeños detalles, lo superó.