Menos de uno de cada seis jóvenes tiene un trabajo formal en la Argentina, según advirtió en su último reporte el Instituto para el Desarrollo Social (Idesa), que se valió de estadísticas oficiales para reflejar esa situación.
El organismo recordó que el plan Progresar, recientemente lanzado por el Gobierno con el objetivo de atacar el problema de los jóvenes que no trabajan ni estudian, aspira a promover el estudio de personas de entre 18 y 24 años que no tengan empleo. Y advirtió que ese anuncio dejó al desnudo un dato alarmante: en nuestro país, según el Indec, hay aproximadamente 4,5 millones de jóvenes de esas edades que no pueden acceder a un empleo formal.
De ese total, el 15% tiene empleo asalariado registrado con un salario bruto estimado en $ 6.200; el 30% tiene un trabajo precario (empleado “en negro”, cuentapropista, servicio doméstico o familiar sin salario) con remuneraciones en el orden de los $ 1.850; y el 55% no trabaja de los cuales un 23% tampoco estudia y un 32% sigue estudiando.
Estos datos oficiales, según el Idesa, “muestran que aproximadamente la mitad de los jóvenes se encuentra en situación de vulnerabilidad, ya sea porque tienen un empleo de baja calidad o porque declaran no trabajar ni estudiar. En contraposición, menos de uno de cada seis jóvenes tiene un empleo asalariado formal. Bajo estas condiciones, tan o más importante y urgente que inducir el retorno a los estudios es promover la generación de oportunidades de empleo de calidad para los jóvenes de entre 18 y 24 años”, concluyó.