La revista La Balandra cumplió dos años y ya se ha convertido en una destacada publicación dentro del mundo de los editores, traductores, libreros, profesores de letras, periodistas culturales, escritores y aspirantes a serlo. Para estos últimos es una auténtica guía para llegar a sus lectores potenciales. Su directora, Alejandra Laurencich, nos habla sobre el trazado de ese camino y acerca de su revista.
- La Balandra va mostrando los distintos eslabones que pueden conectar a un autor con su lector. Es, de ese modo, una brújula particularmente valiosa para el escritor inédito.
- Y también es una herramienta para quienes enseñan a escribir, un camino de ida y vuelta. Guillermo Martínez, por ejemplo, usa la revista en su taller de escritura creativa, la primera en la Argentina, que dicta en la Universidad Tres de Febrero. También es un espacio al que acuden los escritores consagrados porque encuentran temas que no suelen ser tratados en otras publicaciones. Intentamos ir más allá de lo coyuntural, del comentario del último libro para mostrar la trastienda, cómo se iniciaron, qué opciones tomaron, qué tropiezos tuvieron.
- Lo notable es que se ha formado una verdadera comunidad en torno a la revista que se desarrolla más allá del soporte papel, a través de las redes sociales, el sitio web, talleres, presentaciones, encuentros, etc. ¿Fue un objetivo deliberado?
- La idea inicial era simplemente hacer una revista que no repitiera lo que hacían otras publicaciones culturales, instalando temas con originalidad. No imaginé una repercusión tan rápida. Pensé que circularía entre los miembros de algunos talleres pero, desde el primer número hubo una extraordinaria recepción de la propuesta por parte de muchísimos colegas, críticos, periodistas, escritores consagrados. También entre los nuevos narradores se generó una gran difusión de boca en boca. “Mandá a La Balandra que te pueden publicar”, decían. Y lo cierto es que para lograrlo hay un camino muy transparente, sin amiguismos. Pedimos entre tres y cinco cuentos o fragmentos de una novela para constatar que detrás de ellos hay una mirada, un lenguaje o una búsqueda particulares. Un comité se encarga de la selección inicial y, luego, la secretaria de redacción y yo hacemos la selección final de los textos que integrarán el número.
- ¿Qué camino le recomendarías a un escritor inédito?
- Primero, hay que ubicarse y tener perseverancia. No creer que por haber escrito un libro, debe ser leído y publicado. Suele ser el primer eslabón de un aprendizaje. Hay que tomarse el tiempo necesario, darle el texto a quien pueda hacerle una devolución sincera, en la que se marquen los errores que uno debe superar. Luego puede empezar a mandarlo a aquellas editoriales en las que uno crea que tiene chances. Hay que entender que los editores tienen mucho material acumulado, que los tiempos del autor no son los mismos que los del editor. Los concursos son otras vías interesantes, sabiendo que no necesariamente ganan los mejores. En todos los casos, hay que ponerse en el lugar de los que reciben el mail, la propuesta y el texto. Evitar los mensajes prepotentes y desconsiderados, que presuponen que el editor tiene todo el tiempo del mundo para leer todo lo que le mandan y que debe hacerlo. Hay que ganarse la atención del otro. Y ser pacientes. No publicar apresuradamente pagando la edición en editoriales desprestigiadas. Hay que construir cuidadosamente el camino.
- ¿Se puede vivir de la escritura?
- Son muy pocos los que viven de los derechos de autor de sus libros, pero hay muchos que viven de la escritura en términos amplios. A través de notas periodísticas, talleres de escritura, corrección, edición, traducción, etc.
- En uno de los números de La Balandra se les pregunta a destacados autores si un escritor nace o se hace. ¿Cuál es tu opinión?
- Los grandes escritores, en general, tuvieron un vínculo estrecho con la palabra antes de tener claro cuál sería su profesión. Pero eso solo no es suficiente. El don necesita ser complementado con oficio. La formación y el trabajo deben sumarse al talento.
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PERFIL
Alejandra Laurencich nació en Buenos Aires. Es autora de los libros de cuentos Coronadas de Gloria, que mereció el Tercer Premio del Fondo Nacional de las Artes, e Historias de mujeres oscuras, por el que obtuvo el Segundo Premio Municipal en 2011, y de la novela Vete de mí (2009). Sus textos fueron traducidos al alemán, al esloveno y al inglés, y elegidos como material de estudio en distintas universidades del país y del exterior. Es la fundadora y directora editorial de la revista literaria La Balandra.