Referise a las virtudes propias encierra el peligro de la vanidad, por lo que el hombre promedio prefiere dejar esa tarea en manos de cualquier otro. No obstante, Felipe Corroto Buffo bien puede anotar la paciencia en su lista de atributos. Solo a través de ella puede sostener el sacrificio que implica cursar la carrera de Derecho junto al tiempo que le demanda su hobby favorito: el polo.

“En mi vida, es algo muy lindo. Con él se me dio la posibilidad de viajar. Y aunque estoy estudiando, no pienso dejar de lado a este deporte que amo”, se planta Felipe, al punto que asegura no tener ningún drama en dejar las leyes en stand by si se le presenta alguna oportunidad interesante en el mundo del taco y los mimbres.

Pero eso es terreno aún incierto. Por ahora, lo que se sabe es que como buen monterizo, comenzó jugando al voley en Social Monteros, club del que hoy es presidente su padre. Precisamente, a través de él fue enganchándose al polo, cuando junto a su hermano viajaban para jugar. Llegó el momento de mudarse al casco viejo de Yerba Buena, y antes que jugar en otro club, Felipe decidió cambiar de deporte.

“El polo es una pasión familiar. De parte de mi mamá, los Buffo lo jugaron toda la vida. Y en la familia de mi novia, Denise Bleckwedell, también lo juegan”, ilustra su entorno el joven de 22 años, que llegó a ganar por segunda vez el premio de LA GACETA en su disciplina el mes pasado. “Reconocimientos como este representan una satisfacción muy grande. No solo para mí, sino también para mi papá, que hace el sacrificio de mantener la economía de la casa”, agradece Felipe, que no descarta arriesgarse a una experiencia en La Meca del polo el año que viene. “La vida de un polista es muy difícil en Tucumán. Todos sabemos que lo mejor del polo mundial está en Buenos Aires, y quiero ver si puedo hacer al menos una temporada allá. Nosotros estamos quizás dos escalones abajo, pero con esfuerzo se puede llegar a un nivel similar”, se esperanza. Para no quedarse corto, añade al margen: “ganar todo lo que se pueda”.