Lluvia maligna. Tus baldazos indiscriminados intentan apagar el calor de un vivac salteño con deseos de parranda hasta el amanecer. La cortina casi invisible pero insistente de lluvia que baña de norte a sur la capital es un piedra más en este tan agotador Dakar 2014. La gente, el fan, el mecánico y el piloto sufren por el clima en un día en el que la paciencia y el descanso son rey y reina en el pulmón de una competencia que viene siendo por demás exigente.
La fiesta de los fierreros igual no se corta. Se disfruta como se puede, y también se lamenta, porque pilotos como Francisco “Chaleco” López, el héroe chileno que siempre está en la pelea, dio explicaciones de su abandono de la carrera. Se fue un rival directo de Marc Coma y de Cyril Després; se va un candidato de toda la vida y su ausencia a partir de hoy no será un vacío sencillo de rellenar.
En otra perspectiva, se refleja la de la felicidad total. El “Príncipe” hace honor a su título feudal acercándose a quienes más lo necesitan. Dakariano de alma, Nasser Al-Attiyah es solidario al ciento por ciento. Si puede colaborar, lo hará sin dudarlo. En esta oportunidad, la Fundación Techo fue su nexo a la hora de firmar un cheque con una suma importante de dinero para quienes más lo necesitan, quienes sueñan con un techo propio, y que, quizás, jamás se enteren de que un príncipe qatarí obró para que ellos pueden estar más cerca de su anhelo.
Llueve en Salta. La cortina de agua se torna una catarata, un rápido y furioso río revuelto. Los mecánicos trabajan a destajo; los pilotos intentan plantear estrategias antes de la reanudación de la carrera; las estrellas, dentro o fuera del vivac son presa de la siesta. Hay que recargar energías. El Dakar recién comienza justo cuando se despide a mitad de tramo de Argentina. Se lo va a extrañar en unas horas; se echará de menos todo el circo itinerante del que, por esta vez, le tocó a Salta ser obra y parte en tres jornadas dignas de ser archivadas en la memoria de la eternidad.