SALTA.- Debe ser uno de los más pequeños del grupo. Su contextura física, algo retacona, contrasta con lo demoníaco que son sus deseos aún cuando él tenga cara de bueno y de muchos amigos. Cristian Mustafá es juez y parte en la diagramación física de una pretemporada “decana” con calificación de 10 puntos, por la exigencia diaria y las costumbres que intenta hacer adoptar el “profe” a sus discípulos. Madrugar es una necesidad, una obligación en esta concentración que generalmente toma por asalto cada amanecer en La Linda.

Es ley que los teléfonos suenen a coro a partir de las 6.10. Es ley también que los jugadores estén a las 6.20 en el lobby del hotel; y también es ley que cada ceremonia laboral comience exactamente a las 7 de la mañana. Pese a la resolución salomónica, el licenciado pide espacio para argumentar el por qué de esta cuestión que Gustavo Córdoba y el resto de los colaboradores de Diego Erroz titularán como “filosófica”.

“Los mejores rendimientos de resistencia se dan por la mañana”, explica algo incómodo Mustafá. A espaldas del cronista de LG Deportiva, Córdoba y cía. lo gastan. O sea, exprimir el amanecer en Salta corriendo hasta quedar con la lengua afuera es negocio. Acá, en Tucumán o en China. “Sí”, responde el petiso bonachón del preparador físico, y continúa. “Entre las 10.30 y el mediodía es el momento ideal para encarar tareas de fuerzas y de musculación en el gimnasio. Por cuestiones hormonales, ¿viste?”, intenta explicar Cristian haciendo docencia. Si la mañana no se desperdicia, la siesta y la tarde menos. Una buena siesta dosifica energías que luego serán invertidas dentro de la cancha de fútbol. El remanso ante tantos “fusilamientos” es la crioterapia, más conocida como baños de contraste. Pasar del frío intenso al calor. Eso afloja y recupera los músculos azotados de los futbolistas.

Mustafá es un hombre de números. Le gusta revelarlos. Su satisfacción enaltece el ego de sus estudiantes. “Esta semana vamos a completar 27 kilómetros de ejercicios subaeróbicos, 12 de superaeróbicos y ocho de alta intensidad”. En criollo, lo que quiere decir el amigo que es las cargas de resistencia llegaron todas a su punto de excelencia. Nadie patinó. No es su rubro, pero agrega: “Y el sábado llegaremos a los 130 minutos de fútbol”, toma en cuenta Cristian el amistoso de ayer, el de mañana y los que ya se jugaron entre “decanos”.

Nada mal para una semana intensa y fructífera de laburo. Y sí, al que madruga Dios lo ayuda. Y si hay fiaca, Mustafá te la arrebata, porque Erroz, en este caso el mandamás del grupo, necesita que sus jugadores vuelen, cuando el resto de sus rivales apenas empiecen a carretear en la pista de césped.