Un hotel con todas las comodidades enclavado en medio de un paisaje paradisíaco es el búnker de un grupo que sabe lo que quiere.

Amalia rompió todos los pronósticos. Apunta alto y lo hace saber. ¿Cuántos equipos del Argentino B pueden darse un lujo como este? “Muy pocos”, jura y saca pecho Floral García, el alma mater de un “villero” que de tal solo le queda el apodo.

Amalia está haciendo una pretemporada como Dios manda. Hotel, alimentación adecuada y trabajos en doble turno; forman parte del combo que la directiva decidió darle al grupo como una especie de herramienta para tratar de dar con el objetivo planteado. “Hacer una pretemporada de estas características aporta a la causa; aunque también después no vamos a poder meter ninguna excusa”, ríe con ganas César Matteucci, uno de los pilares de un equipo que se despertó en la última recta de 2013.

Marcos Chimirri parece ser un talismán. Desde que él saltó a escena, el equipo no volvió a perder. Pero no se la cree. “Acá hay un gran grupo que viene trabajando desde hace mucho tiempo”, explica el central que está chocho con a pesar de los duros trabajos físicos. “Que el grupo este todo junto, y en un lugar tan lindo ayuda a hacer más llevadero el esfuerzo. Además sirve para crecer como grupo”, agrega.

Con tamaño apoyo dirigencial y teniendo en cuenta la levantada del equipo, no son pocos los que se ilusionan con llegar al Argentino A. “Queremos el ascenso, aunque sabemos que hay que ir paso a paso”, dice Daniel Molina, pero Matteucci lo pide la palabra. “Quiero volver a ser campeón. Cuando ganamos el Torneo del Interior fue una locura. Lograr otro ascenso sería un sueño”, dice.

La seriedad del trabajo invita a soñar. El “villero” no escatima en gastos; tira la casa por la ventana. Todo sea por ese bendito ascenso.