El intenso calor y la interrupción de la cadena de frío por los cortes de luz pueden alterar la conservación de los alimentos. En verano, las altas temperaturas crean las condiciones óptimas para el crecimiento y el desarrollo de microorganismos (bacterias y moho). Por lo tanto, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) ha lanzado una serie de recomendaciones que conviene que los consumidores tengan en cuenta durante estos meses. Cualquier alteración se puede detectar por las modificaciones en el olor, el sabor, el color, la textura o la apariencia. Además, se nota un ablandamiento y la presencia de líquido en el interior del alimento.
Una vez que los alimentos se han contaminado, los microorganismos comienzan a multiplicarse y solo un tratamiento térmico adecuado es capaz de destruirlos. La cocción, el asado y la fritura suficientes aseguran la destrucción de los gérmenes, mientras que la refrigeración y la congelación únicamente detienen su crecimiento.
En casos de cortes de luz, es primordial desechar sin dudas los alimentos ya cocidos que hayan perdido la cadena de frío, mientras que los productos crudos deben ser cocinados inmediatamente o ser desechados por completo. Evitar que el jugo de las carnes crudas caiga sobre otros alimentos.