La historia que tiene como protagonistas a Felipe Garretón (38 años) y Augusto Lefebvre (37) es muy particular y atrapante. Son los mejores cultores de la náutica en nuestra provincia.

Felipe desde los 8 años, con la anuencia de su familia, practica la náutica, mientras que Augusto hace un año que abraza con pasión esta profesión que le permitió consolidar una amistad que va más allá de los espejos de agua.

Hasta hace un año, ni ellos mismo se hubieran imaginado que 12 meses después iban a estar celebrando fervorosos la distinción de ser nominados los mejores en su especialidad por LA GACETA. Felipe es un licenciado en Administración de Empresa, mientras que Augusto es abogado.

La vida los quiso juntar casi por casualidad. “Nos veíamos todos los días porque nuestras hijas concurren al jardín de 4 años del colegio Santa Rosa. Hicimos tan buena amistad y nos turnábamos para ir a buscar a las chicas. Yo las llevo a las dos y él pasa a retirarlas”, dijo Felipe.

Mientras Felipe lleva la náutica en la sangre, Augusto confiesa que sus comienzos en este deporte fueron muy particulares. “Recuerdo que un día, él me invitó a participar en una regata; juro que en un primer momento no me animé. Incluso recuerdo haberle propuesto a mi cuñada para que lo acompañara. Pero en cierto momento me salió a relucir el ego varonil y acepté el reto. A partir de ese momento, participamos en la categoría Pampero”, señaló Augusto, que jugó al rugby hasta 2008 en Los Tarcos. “Era apertura. Mis amigos me dicen que encontré el deporte adecuado (sonrisas)”, dijo quien además es Director de Transporte de la Municipalidad capitalina.

Augusto hasta el momento en que aceptó el reto de subirse a la embarcación, reconoce haber tendido una mala experiencia con los barcos. “Lo que ocurre es que entraba al agua y cuando la embarcación se movía, tenía una tremendo mareo, con los consiguientes vómitos. Este trauma lo superé rápidamente y hoy puedo navegar sin ningún inconveniente”, acotó Augusto.

Felipe considera que, para practicar la náutica, no se requiere una dedicación de muchas horas en los entrenamientos. “Eso sí, se debe trabajar en lo físico. Esto hace que vayamos diariamente al gimnasio para prepararnos para cada regata. Cada uno cumple su función en la embarcación, para que flote y no se dé vuelta”, dijo el deportista, que está casado con Natalia y tiene otra hija: Victoria, de un año y medio.