Gonzalo Carrizo esperaba diciembre para rendir las últimas materias y recibirse de profesor de inglés. Sin embargo, la madrugada del 10 de diciembre le tenía preparado otros planes. Aquella noche fue detenido, acusado de haber participado en los saqueos. Gabriel Jerez tampoco olvidará fácilmente esos días. A las 3.30 regresaba a su casa luego de cuidar el negocio familiar pero, metros antes, la Policía lo interceptó frente a su esposa y su pequeño bebé, de apenas un año de vida. Para la familia de Juan Evaristo Santana, la tragedia no culminó tras la revuelta policial y la ola de saqueos, sino que se extendió hasta fin de año. El obrero de la construcción, único sostén de la familia, no pudo llevar dinero a los suyos para disfrutar de las fiestas.
Las historias de Carrizo, Jerez y Santana, relatadas por sus familiares, se entrelazan desde aquella madrugada del 10 de diciembre, cuando los tucumanos asistían azorados a la liberación de la provincia debido a la revuelta policial y las horas transcurrían entre saqueos y barricadas ciudadanas. Desde entonces, los tres permanecen detenidos en un edificio policial de Alderetes. Lo llamativo es que, según admitió el comisario de esa dependencia, Carlos Brito, en esa ciudad no hubo saqueos durante aquellos días de diciembre.
“Una gaseosa abierta”
Según el relevamiento que realizó LA GACETA, continúan 11 hombres alojados en la comisaría de Alderetes, y tres mujeres fueron derivadas a la Brigada Femenina. Todos fueron detenidos, según informó Brito, durante la madrugada del martes 10 de diciembre en distintos puntos de esa ciudad.
“Mi hijo venía de cuidar un comercio cuando fue detenido. Un grupo de policías lo tiró de la moto en la que iba con su amigo, lo golpeó y pateó en el suelo. Todo lo que llevaba era una gaseosa abierta y un paquete de galletas que había estado comiendo cuando cuidaba el negocio en el centro”, relató Norma Beatriz Pérez, madre de Carrizo.
El joven de 24 años se encuentra desde entonces en la comisaría. “Jamás había estado detenido, fue a dar una mano a una familia amiga que estaba desesperada. El dueño del negocio que fue a cuidar se presentó en la comisaría a explicar que él lo había estado ayudando, pero no hubo caso. Desde hace 20 días lo tienen en una celda con otros 30 detenidos, un lugar en el que casi no se puede respirar. Él tendría que haber rendido en diciembre los últimos exámenes que le faltaban para recibirse de profesor de inglés”, agregó.
“Un litro de aceite”
Jerez, de 25 años, volvía de colocar cadenas en el almacén de su suegro cuando fue abordado por la Policía, según contaron sus familiares.
“Fue a las 10 de la noche a cuidar el kiosco en el que trabajamos todos, y cerca de las 3.30 decidió volver a su casa a cuidar a su mujer y a su bebé. Le llevaba un litro de aceite y un paquete de azúcar que sacó del kiosco. La Policía lo interceptó casi llegando a su casa, lo pateó y lo esposó. Su mujer vio todo, y también el bebé. Intentó explicarles a los agentes que él venía de cuidar el negocio familiar, pero la apartaron y le dijeron que se metiera en la casa”, dijo José Avellaneda, suegro de Gabriel.
“No llevaba nada”
“Mi marido salió esa noche a buscar a mi hijo que estaba en un cumpleaños en el centro. Pero apenas hizo tres cuadras cuando unos policías lo voltearon de la moto y lo detuvieron. No llevaba nada de mercadería encima, pero se lo llevaron diciendo que era sospechoso. Desde entonces sólo lo puedo ver dos veces por semana, los días de visita”, explicó Rosa Juárez, esposa de Santana (42 años).
“Mi marido es obrero de la construcción y el único sostén de mi casa; hemos pasado Navidad y Año Nuevo sin un plato de comida porque con él detenido ya no tenemos ingresos”, añadió.
La situación de los tres está en manos de la Justicia. Antes de la feria judicial, la fiscala Adriana Reinoso Cuello solicitó la prisión preventiva de los detenidos alegando que “ingresaron a varios supermercados, comercios y almacenes de la ciudad de Alderetes”.
El delito que se les imputa es el de hurto calamitoso en grado de tentativa, según la instrucción fiscal. “Es un delito menor, cuya pena va de los seis meses a los dos años de prisión”, explicó Roberto Flores, abogado de Jerez. “No existen motivos para que sigan detenidas personas sin antecedentes penales, respetadas en su comunidad, contra las cuales no existe ninguna prueba”, insistió el letrado
“Tomarán conciencia”
El comisario Brito, por su parte, reconoció que en Alderetes no hubo saqueos en diciembre, que los detenidos no circulaban en grupo ni tenían antecedentes penales (a excepción de uno), que ninguno portaba armas y que todavía no pudo determinarse el origen de la mercadería incautada ni el comercio al que supuestamente saquearon. También admitió que no se realizaron allanamientos a sus domicilios en busca de los elementos robados.
“Principalmente son personas que han aprovechado la ocasión. No tenían antecedentes ni armas. Yo sé que hubo gente que fue parada porque fue confundida con saqueadores por los vecinos que armaban las barricadas”, indicó el comisario.
El funcionario policial, no obstante, justificó la tarea de la fuerza. “En esos días todos sentían que podían levantar lo ajeno, ahora todos van a tomar conciencia”, destacó Brito. Además, admitió que pese a que hubo testigos de las detenciones, estos nunca fueron citados a declarar.
Brito reconoció, finalmente, que no vio a nadie saqueando aquella noche, sino que suponía que venían de robar en el Supermercado Changomas de Banda del Río Salí (atacado el 9 de diciembre). “Si los hubiera detenido al día siguiente, hubiera sido gente que traía quesos y hubiera supuesto que venían de saquear la SanCor”, alegó.
La libertad o la continuidad de la detención de Carrizo, de Jerez y de Santana deberá ser resuelta durante la próxima semana por el juez de feria, Víctor Rougés, quien tendrá que resolver sobre el requerimiento de prisión preventiva solicitado por la fiscala Reinoso Cuello. Los familiares de los tres vecinos de Alderetes ruegan para que este suplicio, que ya cumplirá un mes, se acabe pronto.