La Argentina vive dos realidades: la que mide el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), que dice que los precios suben a una velocidad cercana al 10%, y la que “doña Rosa” observa cada vez que va al supermercado y encuentra que los precios suben y suben, más allá de los acuerdos para que no se disparen. Según las consultoras privadas, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del último año han crecido en torno del 26%.

La aceleración de la inflación representa un duro golpe al bolsillo, especialmente para las familias de ingresos medios y bajos. A lo largo de prácticamente todo 2013, pero especialmente a partir de agosto, cuando finaliza el efecto paritarias y la inflación se acelera, el poder de compra de los salarios viene presentando variaciones negativas, previéndose que finalice 2013 con un deterioro respecto a 2012, había advertido un informe elaborado por el Centro de Estudios Económicos del Banco Ciudad de Buenos Aires.

Esta caída del salario real no sólo abona la conflictividad social, sino que dificulta cualquier intento de equilibrar las cuentas fiscales y alinear la política monetaria (la emisión) a un objetivo de inflación decreciente. Los aumentos salariales otorgados a las fuerzas de seguridad de distintas provincias podrían filtrarse, más temprano que tarde, a otros sectores de los gobiernos provinciales, sentando a su vez un antecedente para las negociaciones paritarias del año que arranca, tanto privadas como de la administración pública. Este escenario, claramente, reduce la probabilidad de disminuir la nominalidad con la que opera la economía, retrasa la quita de subsidios y presiona sobre las cuentas públicas que, de hecho, vienen admitiendo que la evolución de los precios es mucho mayor de la que denuncia el Indec. La tasa de incremento del gasto así vino demostrándolo.

Otro indicador de que los precios no están bajo control fueron los acuerdos de precios, tanto el impulsado -a principios de 2013- por el ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno, como por el reciente, propuesto por la dupla Axel Kicillof-Jorge Capitanich, que abarcará a 200 productos de consumo masivo. Este acuerdo tendrá vigencia durante un año, pero nada garantiza de que la inflación se mantendrá a rayas. Mientras tanto, se aguarda el nuevo IPC, ese que será presentado al FMI.

Las próximas paritarias marcarán el ritmo de la evolución de los precios. Hasta ahora, la inflación viene devorándose no sólo los últimos incrementos salariales alcanzados en las negociaciones entre sindicatos y empleadores, sino también que avanzó sobre el poder adquisitivo de la población que observa que su dinero vale un 25% menos cada año que transcurre.

Ranking global
Según estimaciones privadas, desde 2007, la inflación acumula en la Argentina un 330%, ubicando a nuestro país entre las cuatro naciones con mayor inflación. El ranking es liderado Venezuela (500%). Argentina pelea con Irán (343%) y con Bielorrusia (337%).

El tope del 18%
Desde el Gobierno observan que la inflación será la gran condicionante para la gestión durante 2014. Por eso, ya promueven que el tope de aumentos en las paritarias sea del 18%. Sin embargo, los gremios reclamarán una suba calculada con la inflación de las góndolas.