A los 19 años, Antonella Alberti ya sabe lo que es codearse con el éxito. La jugadora de Fundarte cerró una temporada para el elogio al ser elegida como la mejor jugadora de voley en los premios LA GACETA. Especialista en la recepción de su equipo, “Anto” también está igualmente bien preparada para recepcionar los éxitos fuera de la cancha.

La estudiante del segundo año de Arquitectura consiguió con las “fundartinas” los títulos del torneo Iniciación y de la Liga Regional, certamen en la que fue elegida como la mejor jugadora. El notable desempeño demuestra que el galardón está en buenas manos.

Antonella es una de los cuatro hijos del matrimonio que formaron Marcos y Rosa, ambos profesores de Educación Física, que jugaron al voley en el desaparecido club Limpito. “Muchos me preguntan por qué no le seguí los pasos a mis padres. Lo que ocurrió fue que cuando cursaba el tercer año de Polimodal, decidí que quería ser arquitecta. Esta elección fue apoyada por mi tío Jorge que es mi padrino y también arquitecto”, explicó la jugadora, que a los 13 años comenzó a practicar este deporte que ahora la apasiona.

Alberti, que empezó jugando como punta-atacante, considera que el voley provincial mejoró. “Esto se pudo concretar porque la competencia fue sostenida durante toda la temporada. Las finales de los años anteriores siempre se definían 3-0, algo que no ocurre ahora donde la paridad entre los equipos es notoria”, comentó.

Antonella considera que la competencia en la Liga Argentina Femenina fue una gran ventaja. “La mejoría que mostramos en el juego se potencia porque desde hace dos años venimos entrenando con los chicos de Instituto Pellegrini. Ellos nos ayudan a trabajar en defensa, pues tienen bloqueo más alto”, sostuvo la jugadora, que se codeó con los mejores equipos del país gracias a que Fundarte fue el único representante tucumano en el torneo.

Alberti confiesa que no es fácil competir a nivel nacional. “Para solventar los gastos de traslado y alojamiento vendimos publicidad y en cada partido que jugamos de local nos dieron 30 entradas que las vendimos a los familiares. Es la única forma de conseguir los recursos necesarios”, señaló.

Antonella se lamenta no poder tener chance alguna de integrar los representativos nacionales. “Lo que ocurre es que para jugar en la selección debés tener no menos de 1,80 metro de altura y yo mido 1,69. Según lo que tengo entendido esa regla ya tiene una antigua data”, explicó. De todos modos, ese anhelo, difícil de cumplir, se transforma en energía dentro de la cancha. “Haber ganado tantas cosas esta temporada nos sirve como aliciente para seguir mejorando nuestro juego”, se entusiasmó la mejor jugadora del NOA. “En los tiempos libres, nos juntamos con la gente del club. Tenemos muy buena onda. En esto contribuyó que la mayoría, desde hace mucho tiempo, jugamos juntas”, analizó. Así que sus compañeras y Alberti irán por nuevos logros en 2014 con Fundarte.