2013 termina con promesas de retorno para 2014. Lo que parece ser un volver al pasado comenzó a tener atisbos de realidad días atrás, con el retorno del rey-operador oculto que siempre tuvo la UNT: José Hugo Saab volvió a ser la figura temida, odiada o admirada que puede torcer el rumbo de las elecciones universitarias. Juan Alberto Cerisola mostró que su poder es endeble al abrazar a aquel que lo enfrentó en 2010 y que amenazaba con dejarlo en la calle. Pero también logró regresar al centro de la escena y a ser el gran elector. De lo que el rey oculto negocie dependerá lo que suceda con los tres candidatos lanzados.

Algunos rumores hasta indican que ninguno del trío podría llegar a ser el postulante del oficialismo remozado y ensayan otros nombres. Alicia Bardón, por estos días, parece la candidata a rectora con acciones en baja. Mateo Martínez había pactado los servicios de Saab, pero el eterno dirigente universitario estaría entre la espada de Martínez y la pared de Alperovich. Se sabe que el gobernador no simpatiza con el decano de Medicina y que Saab debe complacer en la UNT al mandatario.

El entuerto puede culminar de diferentes maneras: o terminan todos los sectores en pugna acordando una lista en común o cada jugador empieza a disputar su propio partido. Los conocedores de la política universitaria juran que no es descabellada una foto en la que los que sonrían sean Luis Sacca, Cerisola y Saab. "Los une el espanto", lanzó un visiblemente enojado -y encumbrado- dirigente.

En las sombras
En la nómina de los regresos para 2014 también se anotan varios peronistas que habían optado por pasar a retiro. O, más bien, por operar desde casa, relajados, hasta que el huracán Alperovich amaine. El fenómeno parece hoy -al menos para ellos- debilitado y ya se calzaron la gorra de póker para volver a sentarse en la mesa de juego. Sergio Massa ilusionó a varios y el tigrense dialoga con todos los heridos. En ese pelotón se anotan algunos con cargos electivos (como los Orellana, Vargas Aignasse y Teri) y otros con años de militancia. En este segundo grupo, el nombre de Julio Miranda reapareció.

Los que se ilusionan con un Alperovich vencido creen que el ex gobernador continúa siendo aquel hábil negociador que puede aglutinar al justicialismo desencantado. Es pública y notoria la mala imagen con la que Miranda cerró su ciclo de gobierno, con una provincia en boca del mundo por las muertes por desnutrición. Pero en el maravilloso mundo peronista pesan más esas figuras contenedoras para adentro que las caras bonitas que se muestran hacia afuera.

2014 llega con la resaca del año violento y conflictivo que se cierra. Alperovich continúa sin reacción y Domingo Amaya sigue haciendo gala del mutismo. En medio de ellos, en el justicialismo inmortal, atisba una tercera vía envalentonada, pero aún débil.