"Llegaron a mi casa como quien va a detener a un delincuente peligroso, con grupos comando, armas largas, pateando la puerta...faltaba que bajen helicópteros". Con estas palabras se quejó el ex subjefe de la Policía de Tucumán, Nicolás Barrera, de la manera en que fue detenido, el 28 de diciembre.
La Justicia lo acusó, junto con el ex jefe de la Unidad Regional Norte, Héctor Brito, de encubrir el crimen de Paulina Lebbos. Ayer, ambos fueron liberados ayer por orden de la Justicia. Esta mañana, en declaraciones a radios tucumanas, Barrera se consideró un preso político.
"No juzgo el accionar de la PSA (Policía de Seguridad Aeroportuaria, encargada del arresto), sino los protocolos con que se manejan, a nivel nacional, este tipo de cosas. Podrían haberlo hecho por otra vía. El Gobierno nacional afirma que los avasallamientos son cosa del pasado, pero ya vemos que siguen existiendo", insistió.
Barrera aseguró que no se le dio oportunidad para defenderse y que se le provocó un grave daño a su familia. "Fue un preso político, no hay pruebas que lo vinculen con la causa. Siempre supimos que era una maniobra política", aseguró su abogado, Gustavo Carlino. Sin embargo, ambos se negaron a precisar de quién sería la maniobra o a quién buscaba favorecer. "El interés político es de fuerzas que quieren desviar la atención", fue todo lo que dijo Carlino.