Calor. Impaciencia. Más calor. Mal humor. Más calor. Cansancio. Incertidumbre. El infierno mismo. La secuencia de sensaciones se deslizan lentamente por una paralela hacia el infinito. La rotura de un transformador de energía que alimenta al edificio de LA GACETA, a la galería que lleva el mismo nombre, y a varios comercios cercanos generó más caos que el esperado por la fecha. Y no precisamente porque una porción del microcentro se haya quedado sin luz por más de ocho horas. El operativo que realizó la empresa EDET para cambiar el transformador averiado y colocar otro nuevo generó un desorden inusitado en la peatonal Mendoza. Un improvisado cordón de policías generó un efecto embudo por los cientos de tucumanos que intentaban sortear los puestos ambulantes, para ir en busca de los regalos navideños.
El desperfecto se produjo a las 14. El transformador de 630 kilovatioamperios y segundo en antigüedad en el microcentro -según los técnicos de la empresa distribuidora de energía -dejó de funcionar después de 21 años. La última vez que ocurrió un hecho de similares características fue en 1992. Y en el mismo lugar. De manera coincidente, aquel artefacto también se rompió en diciembre, los días previos a la Navidad. Según precisó el ingeniero de EDET a cargo del “operativo recambio”, Sergio Agudo, el transformador colapsó a raíz de la gran demanda de energía eléctrica.
A las 18.30 un camión de la empresa distribuidora maniobraba para poder ingresar a la peatonal, esquivando a cientos de transeúntes, juguetes, vendedores ambulantes, juguetes y más juguetes. El vehículo grúa que portaba en la caja un nuevo transformador de 1.000 kilovatioamperios se demoró 30 minutos para recorrer 60 metros por la calle peatonal, hasta la puerta del diario, donde se encuentra la tapa de acceso al gabinete donde está instalado el convertidor de energía. Mientras los 10 técnicos de la empresa despejaban la zona, los comerciantes vociferaban por el corte de energía. “¡Rápido que estamos perdiendo de vender!”, gritaban desde la multitud que se agolpaba para presenciar de cerca el trabajo de los operarios.
Cuando la “pesadilla” parecía culminar hubo un problema. El convertidor de energía era más grande que la boca de acceso. La destreza de Luis Campero, operador de la grúa, no fue suficiente para hacer que el equipo ingresara por la abertura. Finalmente, el ingeniero a cargo decidió que era conveniente ir a buscar otro equipo más pequeño, de 630 kilovatios. Pasadas las 21 llegó el otro aparato. El recambio del equipo se produjo a las 22. La calma llegó. Y también la luz.