Fiestas de Fin de Año es sinónimo de balances, de reencuentros, de recuerdos, de proyectos y también de regalos. A esta altura, lo más probable es que ya hayás comprado los presentes para tus familiares y amigos. Pero, al margen de los objetos (más o menos útiles o necesarios) que recibirán tus seres queridos, está bueno, aunque sea de vez en cuando, regalar alegría. ¿Te habías dado cuenta de que la palabra regalo es anagrama de alegro? ¿Será solo casualidad? Hay muchas maneras divertidas para hacer que tu familia se ría tras la cena de Nochebuena o de Año Nuevo. En este sentido internet resulta un excelente aliado (lo digo por experiencia), porque googleando se encuentran ideas originales que pueden ayudarte. Por ejemplo, podés hacer regalos en broma, como narices de payaso, antifaces, pelucas de colores, máscaras cómicas, etcétera. Primero se sorprenderán, luego se reirán y se sacarán fotos, y después les entregás los regalos “de verdad”. Otra idea es obsequiarles “pastillas” como si fueran remedios. Se consiguen en el mercado (son caramelos en forma de píldoras de colores) y vienen con etiquetas que tienen leyendas como: “para aliviar la resaca”, “para bajar todos los kilos que voy a subir en estas Fiestas” y frases del estilo. Se pueden organizar juegos o esconder los regalos para que todos busquen el propio y los de los demás. También podés asombrarlos con envoltorios originales y cómicos, con centros de mesa que reflejen humor y ternura (con material reciclado o dibujos pintados a mano por los más chicos). Todo vale mientras esté preparado con amor y con ganas de que las Fiestas sean un motivo de unión familiar no solo en armonía sino también entre risas.