Historia

FURIA IDEOLÓGICA Y VIOLENCIA EN LA ARGENTINA DE LOS  70

DANIEL MUCHNIK Y DANIEL PÉREZ

(Ariel - Buenos Aires) 

Daniel Muchnik formó parte de las redacciones de algunos de los medios gráficos más importantes del país desde 1965, ocupando cargos de jerarquía en varias oportunidades. Dos premios Konex -uno de platino en 2007-, un premio Adepa en 1997, su labor en radio y televisión, sus años de docencia y una larga serie de libros publicados son una muestra de su idoneidad para escribir en coautoría con Daniel Pérez (compañero de trabajo en dos importantes redacciones, diseñador, colaborador periodístico de diarios porteños y autor de ensayos críticos -uno sobre historia política argentina de la década del 70-) un texto como este. Cada uno de los autores, desde sus experiencias personales, testimonios y reflexiones, indaga sobre la relación entre los hechos y los conceptos que influyeron para desatar la furia ideológica que ensangrentó a la Argentina de los años 70.

En un mundo todavía convulsionado por la guerra de Vietnam, los comités de defensa de la Revolución cubana se convirtieron en campos de entrenamiento guerrillero. Cuando regresaban a los países de origen, los adiestrados resultaron temibles combatientes. De esa manera comenzó la ola de violencia.

Muchnik dedica su parte, principalmente, a los hechos históricos, estratégicos y políticos, señalando el peligro que representan los gobiernos que se sienten iluminados y dueños de la verdad absoluta, la atracción por la violencia y los antihéroes. También aporta datos testimoniales en los capítulos “Marcos y los Otros” y “Una historia personal: el hijo de Jorge Masetti”, entre otros.

Daniel Pérez comienza su sección con su experiencia personal y continúa con numerosos testimonios que intercala en capítulos como “Entusiasmo y ecuanimidad”, “El mito revolucionario” y “Ángeles o demonios”. Sus palabras en “Impresiones personales” sintetizan, en cierta medida, la esencia del libro: “Lo que tuvo de irrisorio y desmesurado el sueño de heroísmo y redención que hace más de 40 años nos incendió la cabeza fue que creíamos estar construyendo un paraíso sin sospechar que estábamos agrandando los límites del infierno”.

(c) LA GACETA

Horacio Semeraro