Entre los años 2008 y 2012 se detectó una alta incidencia de podredumbre peduncular en los empaques de limón de Tucumán.

Esta enfermedad provoca graves inconvenientes en las frutas, por lo que debe ser controlada sobre todo en aquella fruta que es destinada a los mercados internacionales.

Las frutas afectadas presentaban los síntomas característicos de la enfermedad: cambio de color alrededor del pedúnculo, tornándose marrón claro por un corto periodo de tiempo, y firmeza inicial del tejido afectada con posterior ablandamiento de la piel, que toma con un aspecto correoso y flexible.

Esta situación llevó a que instituciones como el INTA Famaillá, la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) y la Facultad Agronomía y Zootecnia de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) trabajaran juntas en una investigación para determinar las causas de esta problemática.

Con ese objetivo, se buscó primero identificar a los microorganismos causantes y a analizar los registros agroclimáticos de todas las campañas entre 2008/09 y 2012/2013 para las áreas estudiadas.

De este modo, los hongos patógenos detectados a partir de los tejidos afectados fueron Phomopsis citri Fawc. y Lasiodiplodia theobromae (Pat.) Griffon & Maubl. Ambos completan su ciclo vital saprofíticamente en corteza muerta y ramas secas, formando picnidios que contienen las esporas.

En periodos lluviosos, estas esporas son expulsadas y transportadas por salpicado a flores y frutos en desarrollo, produciendo infecciones quiescentes.

Por lo tanto, “la mayor presencia de tejido seco en las plantas incrementa la fuente de inóculo”, explicó el ingeniero Guillermo Torres Leal, del INTA.

Esta situación se desarrolló en un contexto donde las heladas fueron de variable intensidad y duración, con deficiencia hídrica marcada y temperaturas superiores a 35ºC. Esto es lo que produjo la muerte de ramas y brotes, generando las condiciones óptimas para el desarrollo de ambos patógenos.

Considerando que la infección ocurre durante la precosecha, los investigadores recomiendan realizar un manejo integrado que permita lograr un eficiente control de la enfermedad en esta etapa.

Este manejo debe incluir la poda de ramas secas para disminuir la fuente de inóculo; pulverizaciones oportunas en la quinta para prevenir infecciones quiescentes en la floración y los primeros estadios del fruto; y control con fungicidas en los empaques.