Mientras muchos tucumanos están disfrutando de los preparativos para las cenas de Nochebuena y de Año Nuevo, otros están sufriendo por anticipado pensando en los trastornos que les ocasionan estos festejos. Los consultorios de los psicólogos es uno de los lugares donde se escuchan frases como: “no sé con quién vamos a pasar las fiestas”. “Aparecen viejos conflictos no resueltos o conflictos ‘a estrenar’, las diferencias con la familia de él o de ella, quién se ‘sacrifica’ más o cuán difícil es estar solos en estos momentos. Suelen despertarse viejas heridas de la infancia, se abren nuevamente esos dolores de los que ya habíamos aprendido a protegernos, justo frente a las personas que las han generado”, revela la psicoterapeuta cognitiva Ivanna Navas, del Centro Integral de Terapia Cognitiva (Citco). Durante una charla de LA GACETA con el equipo de Citco, integrado además por la instructora Pilar Ferrer Paraván y la psicoterapeuta cognitiva María Eugenia Igarzabal, surgieron varios ejemplos referidos a estas situaciones.

Está el caso de una mujer que tiene a su familia en otra provincia. Y este fin de año la reunión se hará en la casa de su hermana, que por primera vez ofrece su vivienda para estos eventos. El problema es que su esposo y su cuñado no se llevan bien, y teme que el festejo termine con desencuentros entre ambos.

Un hombre, que acaba de separarse, quiere pasar una de las fiestas con sus tres hijos, pero la ex esposa no se lo permite si es que no media una disposición judicial. La situación lo tiene muy ansioso y teme que no va a ser visto como un buen padre. Tampoco puede sentarse a hablar con ella del tema porque todavía los reproches se convierten en una prioridad por encima de las necesidades afectivas.

También está el caso de una mujer cuyo padre sufre una enfermedad terminal y sabe que esta podría ser su última Navidad con él. Esto la pone muy triste y no sabe cómo hacer para poder disfrutar de las fiestas a pesar de su sensación de pérdida.

Y se podrían seguir enumerando este tipo de historias...

Las psicoterapeutas opinan que nos ayudaría mucho para estas situaciones y estos encuentros “ser compasivos con nosotros mismos y aceptarnos sin juzgarnos”.

Además, nos acercan estas ocho claves para que disfrutés de las Fiestas a pesar de todo.

Fuerza 
Usá un “talismán”

Llevá un objeto simbólico para que te dé una inyección extra de fuerza:  algo que te haga sentir valioso/a, que te dé placer y que tengás a momentos gratos. Puede ser alguna prenda de vestir, un accesorio, un libro. En fin, vale utilizar cualquier cosa que te recuerde que está muy bien ser como sos, con tus defectos y tus virtudes, no importa cuáles sean las opiniones de los demás. Aceptá que en la vida no se puede responder siempre a lo que se espera de vos. Aunque se supone que tenés que sentir felicidad, alegría (y todo eso...), te puede pasar que te falta la paciencia o que te sientas algo deprimido/a.

Expectativas 
No esperés cambios ajenos

Poné un límite a las expectativas en torno a cómo las personas deben comportarse con vos. Es bueno comprender, aceptar y resignarse a que ciertas personas jamás cambiarán. Si seguís eperando que los demás cambien, podés sentirte defraudado/a. Y si finalmente fracasaste, si todo te salió mal, si “metiste la pata”, si comiste de más como respuesta a la sobrecarga de ansiedad, si volviste a casa pensando que no aprendiste nada, sé compasivo con vos mismo. Los malos resultados solo estarán indicando lo que todavía te falta comprender y trabajar, y cuánto nececitás autoconocerte.

Creencias 
No todo es personal

Revisá tus creencias sobre la forma en la que enfocás el tema. Por ejemplo, en lugar de sentir que padecés a estas personas complicadas para tu vida, tomá la situación como una oportunidad de hacerte más sabio/a, ya que la crisis y el dolor pueden ser fuente de valiosos aprendizajes. Si te dicen algo inadecuado, tenés que tener en claro que el mensaje no tiene que ver con vos. Lo que hacen y las opiniones que expresan son el resultado de lo que sus mentes han fabricado. Si tomás las cosas como algo personal vas a ser presa fácil de los demás.

Actitud 
Tratá de estar presente

La invitación es a actualizar tu mirada y a descorrer los velos de juicios, categorizaciones y opiniones que se han interpuesto en tu relación con otros, sobre todo con tus seres más cercanos, amigos, pareja y familiares. También a dejar de lado la actitud de “pasar” el momento de los festejos con la mayor rapidez posible, como si “quedarse” en las fiestas fuera algo no deseado. La propuesta es que en vez de esperar “pasar” las fiestas, “estés” presente, en el aquí y ahora, observando y observándote, sin juicios previos y sin expectativas futuras.

Preparación 
Hacé tu plan previo

En la vida siempre podés elegir más de lo que pensás, pero si no queda otro remedio que asistir a reuniones difíciles, es bueno contar con alguna clase de plan mental previo, de manera que este te permita anticiparte a las situaciones que vas a vivir. Por ejemplo: pensá en qué lugar de la mesa te vas a sentar, con quién vas a conversar. También conviene que te preparés para hacer silencio cuando te molesten algunos comentarios agresivos (el silencio es un arma invisible que puede producir grandes efectos), y para percibir los silencios incómodos y no llenarlos con dichos de los que después podrías arrepentirte.
emociones 

Más vale callarse

Postergá tus reacciones antes de emitir emociones tóxicas. Eso te va a hacer sentir más cerca de la paz. En la pausa que hay entre el pensamiento y el habla, se encuentra un espacio en el que se pueden procesar las reacciones para actuar luego, en un tiempo más apropiado. Eso sí, para crearlo es necesario practicar, meditar, respirar profundo, levantarte para ir a dar una vuelta, o el truco que te venga mejor. Cualquier cosa será mejor que contestar mal y además, terminar sintiéndote culpable por haber actuado de manera inadecuada.

Observación 
Practicá la atención

Cuando te encontrés con esa persona con la que tenés alguna dificultad, al conversar con ella intentá estar plenamente atento/a. Observá su rostro, sus ojos, cómo se mueve al hablar, su tono de vos, su silencio, su respiración. Si percibís que tu mente se aferra a ideas preconcebidas u opiniones sobre esa persona, simplemente reconocelas y dejalas ir para volver a llevar toda tu atención a la presencia de quien está frente a vos. Y trata de reflexionar: ¿Qué sucede cuando lo hacés? ¿Qué emociones surgen? ¿De qué maneras cambia la sensación de relacionarte con esa persona cuando llevás tu atención a su presencia?

Aceptación 
Acercate sin juzgar

Nuestra mente emite juicios, catalogando, etiquetando, y generando opiniones sobre nosotros los demás. Esos juicios pueden impedirte una relación directa con la experiencia presente porque están teñidos por nuestra reacción frente a las personas o cosas que nos generaron algún malestar. Gran parte del sufrimiento relacional que experimentamos se debe a este abismo que se genera entre dos personas cuando se relacionan desde el juicio que una tiene de la otra. Esto genera una estrechez y ahogo que surge de la falta de visión, comprensión, apertura y aceptación de quién es el otro y qué está verdaderamente experimentando.