Sonriente, vestido de sotana como en cada una de las audiencias, José Eloy Mijalchyk dibujó con la mano bendiciones, dirigidas hacia los fieles que lo acompañaban en la sala del Tribunal Oral Federal. Y cuando se dio lectura a la sentencia absolutoria en su caso, en el marco de la megacausa “Arsenales II-Jefatura II”, se saludó emocionado con su abogado, Facundo Maggio, y luego saludó a sus seguidores. Finalmente, fue retirado del edificio ubicado en Chacabuco y Crisóstomo Álvarez en un vehículo oficial; por el tumulto, la gran mayoría de los medios -entre ellos, LA GACETA- no alcanzó a consultarle sus sensaciones al cura, a quien el Ministerio Público Fiscal había considerado presunto partícipe secundario en los supuestos delitos de privación ilegítima de la libertad, con apremios y vejaciones; y torturas agravadas en perjuicio de cuatro personas.
Ayer, los jueces Carlos Jiménez Montilla, Gabriel Casas y Juan Carlos Reynaga (subrogante) absolvieron al sacerdote. Si bien no se dieron a aún los fundamentos de la sentencia, todo indica que no habrían considerado contundentes las pruebas como para sostener una eventual condena.
El escribano Juan Carlos Benedicto, que estuvo entre los primeros civiles acusados por delitos de lesa humanidad, también fue liberado ayer de culpa y cargo.
Se le imputaban los presuntos delitos, como autor material, de tormentos agravados en perjuicio de tres víctimas; se lo sindicaba además por supuesto homicidio agravado en un caso y asociación ilícita. El Tribunal Oral Federal consideró que en ninguno de estos casos había evidencias para sentenciar al escribano (defendido por su hermano, Luis Benedicto Fernández). El escribano absuelto había permanecido prófugo seis meses en Paraguay antes del juicio.