El pánico por los saqueos, que atemorizaron durante dos días a vecinos y a comerciantes de la capital tucumana, se combinó con la ausencia de policías en las calles. Esta peligrosa mezcla incrementó entre un 25% y un 40% la demanda de agentes de seguridad privada y de alarmas electrónicas, en los puntos donde se produjeron los robos, según indicaron empresarios del sector. Los desesperados llamados telefónicos de los abonados desbordaron la capacidad operativa de las agencias que, ante la ausencia de la fuerza pública y la proliferación de los hechos de violencia, tuvieron que reforzar sus recursos para actuar.
Según directivos entrevistados por LA GACETA, entre el 40% y el 60% de los clientes de empresas de seguridad solicitó la presencia de vigiladores durante las 48 horas que duraron los violentos saqueos.
Víctor Aráoz, director de una empresa del sector, afirmó que los vecinos se refugiaron con desesperación en los servicios privados para proteger sus comercios o sus casas, o para repeler a saqueadores que los acechaban. “Se comunicaban abonados de domicilios particulares, de barrios privados, dueños de negocios y de transportes de caudales. Por eso redoblamos los esfuerzos para atender los pedidos que, por momento, se multiplicaban”, explicó. A la demanda de los propios clientes se sumaron los llamados de vecinos que no eran abonados y que, ante la ausencia de policías en las comisarías, se comunicaban para pedir ayuda. “Fue imposible responder a semejante demanda. Lamentamos no haber podido prestar los servicios a todos los que se comunicaron. La sociedad estuvo totalmente indefensa, ante ladrones actuaron a cara descubierta”, expresó.
El empresario Gabriel Alcaraz, aseguró que en su agencia la mayor demanda se concentró en la presencia física de personal armado. “Hubo pocos pedidos de alarmas. Hubo clientes que llamaban desesperados y que decían ‘mandame cinco empleados armados’. Pusimos todos nuestros agentes en la calle no sólo con motos, sino con camionetas. Pero también nos desbordamos”, remarcó. Además, describió que durante los recorridos que hicieron sus agentes también asistieron a vecinos que no eran abonados. “Cuando pasábamos por un barrio, no distinguíamos entre clientes y no clientes. En el camino tratábamos de ayudar a quienes podíamos. Cada caso era un desesperado pedido de auxilio”, relató Alcaraz.
El consultor de seguridad, y propietario de una empresa privada, Miguel Daruich, subrayó la necesidad de confeccionar planes de trabajo conjunto para actuar en situaciones críticas como la que se vivió en Tucumán durante los saqueos. “Se requiere de una conjunción entre las empresas y la sociedad para dar respuestas ante escenarios excepcionales como el que sucedió, donde no hubo apoyo de la Policía. Hay que pensar en nuevos diseños de estrategias para la seguridad”, subrayó.
Enfoque social
Los directivos de firmas privadas coincidieron, además, en que la mayor cantidad de pedidos de auxilio provino de clientes ubicados en barrios del sur de la capital, y en las localidades cercanas como Banda del Río Salí y Alderetes. Además, consideraron que los saqueos fueron el producto de una situación social en crisis. “Tuve que viajar a Buenos Aires para comprar cartuchos de balas de goma para nuestros empleados, porque en las tres armerías de la capital tucumana estaban agotados. Por el miedo a los saqueos, y por la desconfianza en los policías, muchos ciudadanos decidieron comprar armas para protegerse. Esto es muy grave, y profundiza la brecha entre la Policía y la sociedad”, reflexionó Aráoz.
Por su parte, Alcaraz se refirió a las problemáticas sociales como principales causas de los robos registrados en los comercios. “En los últimos años se agravaron la pobreza, la delincuencia y el consumo de droga. Lo que pasó resultó de una combinación de factores. Fue muy triste ver a Tucumán en estado de pánico. Las empresas de seguridad no obtenemos rédito de esto. Ojalá no suceda nunca más”, remarcó. Por último, Daruich señaló que las políticas de seguridad requieren de perspectivas integrales y preventivas, de la que participen todos los actores y las instituciones sociales.