El grabado en primera persona, pero detrás suyo, múltiples técnicas cuya realización llevan años de aprendizaje y de oficio. El espectador leerá nombres extraños, pero lo que tienen en común es que son grabados, sencillamente. Es decir, impresiones que se obtienen dibujando en una matriz, a la que se agregará tinta y que, con alguna otra técnica, será transferida a otra superficie. El resultado: una estampa.

Aguafuerte, aguatinta, litografía, xilografía, collagraph, zincograbado, calcografía, linóleum, intaglio y serigrafías (tales son esos “raros” títulos) se pueden observar recorriendo el flamante Salón de Tucumán para el Ámbito Nacional en el Museo Timoteo Navarro, cuya muestra quedará habilitada esta tarde, a las 17. La ceremonia de premiación fue postergada (sin fecha precisa) para la semana próxima, “debido a los lamentables acontecimientos” conocidos, informó el Museo.

Premios
El rosarino Esteban Grimi ganó el primer premio por su obra “1982” (collagraph); el segundo fue para Deborah Chapman, por “Funámbulo” (mezzotinta); y el tercero para el joven artista tucumano Damián Díaz por su xilografía “Después, ya nada fue igual…”. En competencia, en total se presentaron 45 obras, de las cuales fueron seleccionadas 35. Alrededor de la mitad son de autores radicados en Tucumán. La convocatoria, desde ya, no tuvo la respuesta esperada.

El primer y tercer premio pasarán a integrar el Patrimonio Artístico de la Provincia y el Museo Timoteo Navarro será su custodio. El segundo integrará el patrimonio de la Fundación OSDE.

La primera mención la ganó Daniela Mastandrea, por “Palabra Insecta” (una delicada linografía sobre papel); la segunda, Lorena Vázquez, por “Retratos escandalosos III” (aguatinta- collage de acrílico); y la tercera, César Delgado, por “Paisaje Urbano” (serigrafía sobre metal). Las menciones especiales del jurado fueron para Rubén Giménez (“Promesa incompleta”), y para María José Estefanell (“Seriación de Baluartes”).

Aquello del grabado contemporáneo de que hablaba la jurado Matilde Marín en una entrevista con LA GACETA, no está presente; menos, la experimentación. Pocas, decididamente pocas, son las obras que escapan al grabado tradicional: la serigrafía “Chat”, de Pamela González, por ejemplo, donde se repite una y otra vez la imagen del “gato de la fortuna”; o “Proyecto para construir un puente”, de Betiana Yungano, en la que la artista plantea una verdadera instalación, que comienza con la definición del diccionario de la propia palabra puente.

Ironía

Mariela Argañaraz divide en dos cuadros pequeños el retrato de un rostro, y hasta un conocido personaje de la calle aparece en el trabajo de Alejandro Gómez Tolosa, titulado “El sueño azul del Gordo Moneda”. La acostumbrada narrativa expresionista reaparece en “Mientras esperas, los bichos atacan”, resuelta con una prolija xilografía por Rolando González Medina.

Una pieza especial es la del joven Álvaro Guerrero: “La columna vertebral es la gráfica”. La xilografía en blanco y negro cita una conocida y solemne imagen, que parece ironizar sobre el propio oficio.

En otra de las salas, la Junta Militar de la dictadura se identifica en una xilografía, de Víctor Carrizo.

La selección y premiación de las obras estuvo a cargo de Celia Marcó del Pont (Córdoba), designada por el Ente Cultural; Marín (Buenos Aires), en representación del Gobierno de Tucumán en Buenos Aires; y el tucumano Roberto Koch, designado por la Facultad de Artes.