Un día después del aniversario por los 30 años del regreso a la democracia, unos 15.000 tucumanos llenaron la plaza Independencia. Pero no festejaron. Ayer a la noche, con cacerolas, canciones, carteles, banderas y pintadas, la multitud copó el principal paseo de la provincia para expresar su hartazgo y descontento respecto a políticas del Gobierno provincial. En una semana que incluyó -producto de la crisis policial en la negociación salarial- olas de saqueos en incontables puntos; al menos cuatro muertes en enfrentamientos entre delincuentes y comerciantes; decenas de heridos; y millones de pesos en daños, los ciudadanos (cuya cifra, si se tradujera en votos, alcanzaría para que un dirigente resultara electo legislador) descargaron su bronca -sobre todo- en contra del gobernador, José Alperovich, y de la fuerza de seguridad.
La convocatoria se había realizado a través de mensajes de texto y de las redes sociales. A las 19.30 comenzaron a llegar los primeros caceroleros, y se ubicaron en la vereda de calle 25 de Mayo primera cuadra, frente al acceso principal de la Casa de Gobierno. Media hora después, ya eran miles los que se habían agolpado allí. El descontento era generalizado, y los argumentos fueron diversos: pedidos de seguridad, de renuncias de funcionarios, y de incrementos salariales equitativos para estatales.
El clima de tensión no cesó en las tres horas y media que duró la protesta. Muchos aludieron a los incidentes del martes, cuando Infantería de la Policía reprimió tras el acuerdo salarial a la gente; tampoco olvidaron que Gendarmería Nacional había salido a repeler manifestantes, con escudos y palos, luego de que alguien arrojara un petardo hacia las escalinatas de la sede del PE.
Quizás previendo el malestar generalizado hacia las fuerzas locales, se diagramó un operativo que incluyó 108 gendarmes ubicados delante de vallas, a pocos metros de la puerta que suele atravesar cada día laboral el gobernador. En la esquina de Maipú y San Martín, otros 50 uniformados de verde aguardaban, a modo de refuerzo.
La Casa de Gobierno, hacia dentro, parecía abandonada. La plaza era un hervidero. “Policía de Tucumán: nos abandonan, nos desprotegen, nos entregan, nos reprimen”, decía un cartel que alzaba Lucas Carrer, de 40 años. “Yo gano $ 3.500 y si abandono mi puesto, lógicamente, me echan”, protestó. Entre la multitud, decenas alzaban pancartas con la imagen del gobernador, con la leyenda: “fuera”.
Carlos Collado se encontraba en la zona de 25 de Mayo al 100, hasta donde llegaban los caceroleros. Estaba con su esposa y sus hijos pequeños. “Tenemos una sensación de impotencia tremenda. Vine con los chicos porque quiero que aprendan el valor de expresarse en democracia”, indicó.
Entre los civiles hubo militantes de sectores opositores, pero la mayoría eran ciudadanos indignados. “El que no salta es policía”, cantaron durante varios minutos, y centenas brincaron en su lugar. Hubo pintadas y carteles contra la medida que tomó la fuerza para obtener su mejora salarial. “Son $ 8.700 manchados con sangre”, expresaban varias pancartas.
A las 21.20, se encendieron velas y una columna marchó alrededor de la plaza. Los autos que pasaban por 24 de Septiembre y por Laprida acompañaban con bocinazos el ritmo de las cacerolas.
Minutos después se produjeron incidentes con medios de prensa (ver “Entre la multitud). Una joven, a los gritos, llamó a la calma. “Hoy yo digo basta, estuve dos días encerrada en mi casa; digamos todos basta”, exclamó, y la aplaudieron.
A las 22.20, la manifestación se trasladó luego a una concesionaria de León Alperovich Group, de San Lorenzo al 200. Allí, personas que no fueron identificadas arrojaron piedras contra la vidriera. Los propios integrantes de la marcha insultaron a quienes causaron daños.
Tras esto, un grupo se trasladó a la Casa Histórica. En la puerta, colocaron la imagen del gobernador que decía “fuera”, y un cartel que rezaba: “que se vayan todos”.
Otro sector avanzó hacia la seccional 1ª, situada en San Martín al 200. Allí pintaron, con aerosol, las palabras “violadores” y “saqueadores”. También arrojaron bolsas de basura en la vereda. Los policías de la dependencia no intervinieron.
Pasadas las 23, un grupo seguía protestando en la plaza. Y acordaron organizarse, mediante las redes sociales, para expresar otra vez su indignación.