En setiembre de 1904, se inauguraron en Tucumán tres memorables obras escultóricas de Lola Mora: la estatua de La Libertad –o La Independencia- y los relieves de la Casa Histórica (el día 24), y el monumento a Juan Bautista Alberdi (el día 25). Al descubrirse este último habló, en nombre de la Sociedad Sarmiento, el doctor Servando Viaña. En su discurso, vinculó los tres trabajos.

“Escuchadme, señores –dijo- y observad por un momento la relación de hechos que el arte ha creado en Tucumán, en los monumentos inaugurados en estos días, como símbolo de sus pasadas glorias, como representación de su actuación histórica, y como expresión de su constitución actual. La mano de una mujer tucumana ha modelado estos tres monumentos, que se ligan y complementan en la evolución de nuestra emancipación y en el desarrollo de nuestra vida institucional”.

Así, “en el centro se levanta la figura simbólica de la Independencia, que rompiendo las cadenas del vasallaje hizo a estos pueblos libres y autónomos”. En un extremo, “el cuadro de los congresales de 1816 que, en el momento más solemne de nuestra historia, declaran rotos los vínculos del coloniaje y la voluntad unánime de estos pueblos de constituir una Nación con todos los atributos de su soberanía”.

Y, finalmente, en esta plaza, “la noble efigie del que dio el molde imperecedero de las instituciones que nos rigen”. En suma, ”en una parte la acción, en otra el pensamiento; allí las primeras manifestaciones de la vida de un pueblo, aquí ya ese pueblo en la plenitud de su ser, dueño de sus destinos y con la conciencia de su grandeza futura”.