Ya no queda tiempo. En las escuelas y colegios tucumanos, el lunes comienzan los exámenes. Y no es momento de lamentarse por la o las materias que se llevan a rendir los chicos. Hay que tomar el toro por las astas y sentarlos a estudiar.

La idea principal es aprender; se va a la escuela a apropiarse del conocimiento. En ese camino, la evaluación es una instancia en que se averigua qué se aprendió y qué no.

La pedagoga Nilda García Posse y la psicopedagoga Jimena Fernández Terán coinciden en que es esencial que padres e hijos entiendan que la evaluación forma parte del proceso de aprender.

Las expertas hacen una serie de consideraciones y de pautas para tener en cuenta en esta instancia de exámenes. Por el lado de la importancia que debe darse al hecho de llevarse materias, distinguen entre el hecho puntual de haber reprobado una o dos materias del alumno que sistemáticamente se lleva muchas materias, que puede conducir a la repitencia, y sobre todo, separan los casos de déficit atencional con hiperkinesia.

No al castigo
Por el lado de la reacción paterna, fustigan los métodos de la penitencia o el castigo.

Sobre las demás actividades de los chicos, afirman que para que estén concentrados en lo que deben estudiar, hay que limitarles las salidas. En cuanto a atenuar los nervios preexamen, aconsejan que cuanto más apoyo previo se les brinde, menos ansiedad y sufrimiento les generarán a la hora de ir a rendir.

Responsabilidad
“No alcanzar los objetivos de aprendizaje de una materia implica un replanteo, que el chico se dé cuenta de que aprobar implica una responsabilidad”, afirma Fernández Terán. La psicopedagoga resalta la importancia de que los chicos incorporen que estudiar es un trabajo diario, que se cumple paso a paso hacia un objetivo.

“Para aprobar es necesario que el alumno tenga su tiempo de apoyo y de recuperación. No es positiva la aprobación de una materia sin que se hayan cumplido los objetivos ni desde el punto de vista pedagógico ni del emocional”, asevera la especialista.

En tanto García Posse recomienda: “los padres tienen que informarse acerca de la situación de su hijo, hablar con los profesores para establecer en qué ha consistido la dificultad y determinar cuáles son los temas en los que tienen más problemas”.

La pedagoga considera que llevarse una materia es una coyuntura del proceso que hay que afrontar. “Hay que saber qué, por qué y para qué es una evaluación -afirma-. Ese es el quid de la cuestión: cambiar la concepción de evaluación que tienen el niño, la familia y también la escuela. Es momento de tomar decisiones acerca de qué y cómo se estudia”.

LOS PADRES ACOMPAÑAN
Plan con el que rinde

García Posse aconseja hacer un plan de trabajo con el hijo, es decir, armar una organización en que se involucren el interesado y el padre.

-Determinar cuántas horas por día se va a estudiar.

-Hacer un cronograma desde el tiempo total y distribuirlo por tema.

-Prevenir tiempo para el repaso final.

-Tener a mano el programa de estudios.

-Buscar la bibliografía y los textos principales; ordenarlos; ver qué información tengo, cuál falta.

-Decidir horario de estudio.

-Establecer el lugar de estudio donde esté ordenada la biblioteca.

-Si se puede, organizar grupo de estudio porque ayuda mucho.

-La casa entera tiene que estar en examen: orden, silencio, comidas a tiempo, sueño de ocho horas.

-Silencio y predisposición.

Plan con el que no rinde
Para el o los hermanos que no rinden materias se organizan actividades, en lo posible, fuera de casa.

No hay que castigar
“El castigo o la penitencia no solucionan nada. La educación implica límites, diálogo y acuerdo. Sí tiene que haber sanciones en cualquier instancia, que no significan castigo sino asumir las consecuencias de transgredir una norma”, opina García Posse.

Fernández Terán coincide, y agrega: “en realidad hay que ocuparse del chico, sobre todo los que se llevan muchas materias. “Hay que ver qué pasó en el año en la vida del chico y de su familia. Padres y docentes pueden dirimir por que dejó de cumplir. Es importante la detección desde el inicio del año escolar, el seguimiento, la mirada del docente y no postergar la consulta”.

Menos nervios, más seguridad
“Se supone que el alumno debe estar preparado para rendir porque es parte del proceso. Debería ser un proceso natural si todo el proceso de educación lo hubiera tenido en cuenta -sostiene García Posse. La pedagoga dice que los padres deben tranquilizar. Sugiere que si dan los tiempos se apele a un ensayo o teatralización en la casa, con juegos de roles, como para relajar para que el niño o el joven lleguen tranquilos y confiados al examen, y con el estrés lógico. “En la cultura occidental y cristiana cuesta mucho asumir que uno va a ser evaluado a lo largo de la vida”, sostiene.

Sólo una
“Si es un chico que sólo ha tenido una dificultad puntual hay que apoyarlo en la preparación para que no esté solo en la situación nueva; organizarlo, brindarle seguridad; si es necesario, ayudarlo con un profesor particular para que pueda comprender la materia”, apunta Fernández Terán.