Primero, el miedo los empujó a refugiarse en sus casas. Luego, la bronca y la solidaridad los impulsó a la calle. Vecinos de decenas de barrios del Gran San Miguel de Tucumán se organizaron ayer para amedrentar a posibles saqueadores y evitar nuevos ataques. Levantaron barricadas con cubiertas, ramas, chapas, escombros, bolsas con basura y maderas; sembraron vidrios sobre el asfalto y se armaron con palos, fierros, machetes, cuchillos y armas largas. También cruzaron alambres de lado a lado de las calles para evitar el paso de motos, el vehículo más usado por los delincuentes.
En Lavalle y Gorriti, en el Barrio San Carlos, los vecinos se encontraron de repente todos en las veredas por intentos de robos en comercios de la zona. En el área hay varios mayoristas, corralones y depósitos. Espontáneamente decidieron organizarse, según relataron a LA GACETA. “Cuidás lo que es tuyo o te quedás sin nada”. Lapidario, Daniel Ruiz, un porteño de 38 años, llevaba un cuchillo de caza en la mano. Iba y venía por la cuadra. Advirtió que a pocos metros hay un súper Maxiconsumo y que los rumores daban cuenta de un inminente robo. Junto a tres adolescentes que venden bollos en una esquina, armó un retén con tarimas de madera que empleados de un supermercado habían aportado. “Trabajamos por aquí. Estamos ayudando a los vecinos. Los que vienen son gatos, hay que defenderse”, explicó Lucas, uno de ellos.
Unos metros más adelante, en Lavalle y Lídoro Quintero, hay un drugstore. Su dueño, Dante, no durmió la noche del lunes y tampoco pensaba hacerlo anoche. “La gente no sabe de quién defenderse, pasa una moto y nos exaltamos. Estamos al lado de las villas Piolin y El Revoltijo. Hay mucho miedo. Nos quedamos a cuidar porque no podemos pagar guardias”, lamentó. Su sobrino adolescente y un vecino permanecieron con una escopeta y una carabina en la puerta. “Tuvimos que unirnos. No queda otra que hacer justicia por mano propia”, sentenció Martín Guerrero, un estudiante de abogacía de 22 años, que portaba la escopeta.
“¡Este es un barrio tranquilo! Aquí hay niños!”, la angustia dejó sin voz a Ana María Recia, de 60 años. La mujer, con sus hijas y nietas, veía el triste espectáculo de sus vecinos armados detrás de un grueso portón. Incrédula, se aferraba a los barrotes. Frente a su casa, en el techo de un establecimiento mayorista de mercadería, empleados hacían de vigías. En el estacionamiento, estaba apostado otro grupo con palos y escopetas.
El gerente, que pidió reserva de su identidad, sostuvo que se habían desplegado porque el lunes a la noche habían intentado ingresar saqueadores. “Tenemos los impuestos más caros del país y no hay plata para pagar bien a la policía. Si no están en condiciones de gobernar, que den un paso al costado. Es inaudito que el pueblo tenga que llegar a esto”, concluyó.
“AQUÍ NO VAN A ENTRAR”.- Apenas comenzaron los rumores de que saqueadores estarían entrando a viviendas particulares, los retenes proliferaron. Daiana Rojas, una embarazada de 21 años, se armó con un cuchillo de cocina y un fierro. En la puerta de su casa prefabricada del barrio Villa Luján, exhibía sus “defensas”. “Nos turnaremos para no dormir. Aquí no van a entrar. No nos robarán lo poco que tenemos. Hay mucho miedo”, expresó.
Con machetes.- En Mendoza y Azcuénaga, los vecinos también armaron barricadas. Carlos, un docente de 42 años, estaba armado con un machete y con dos revólveres. “Trabajo para el estado. Cobro menos que los policías y esto terminará siendo una pelea de pobres contra pobres. Es muy triste”, exclamó.
SAQUEADORES FILMADOS.- En la avenida Belgrano, los vecinos filmaron a una camioneta último modelo en la que viajaban saqueadores. Intentaron ingresar a una fiambrería de calle Castelli.