En marzo de 2013 surgió en Tucumán un grupo llamado Ayuda Urbana. Walter Ariel Areco, de 34 años, nos contó que esta organización está integrada por unas 18 personas, de las cuales ocho o diez son las caras visibles. Tomaron la iniciativa después de ver un video de Jóvenes Adventistas, en el que mostraban cómo en la ciudad de Buenos Aires y desde hace nueve años, realizan la tarea de ayudar a gente en situación de calle. Se sintieron motivados al ver que en Tucumán hay muchas personas totalmente desamparadas. “Para la sociedad es un paisaje más” señala este oficial de la policía provincial.
En sus momentos libres contribuyen a la asistencia. Para realizar esta tarea, se reúnen en la casa de alguno de los integrantes del grupo y preparan comidas y donaciones de ropa. Los lunes y los miércoles, las llevan a lugares específicos, tales como los hospitales Padilla, de Niños, Centro de Salud, además de plazas donde generalmente encuentran a estas personas.
“Esta organización es sin fines de lucro, y todo lo hace a pulmón. Recibimos pocas donaciones y cuesta abastecer a las personas. Todo lo que se provee se va rápido” comenta Walter.
La primera reacción de las personas en situación de calle hacia el grupo es de rechazo: es que están acostumbrados a sentirse marginados y rechazados por la sociedad. Se asombran al ver que alguien se preocupa por ellos e intenta ayudarlos de manera contínua.
Estas personas, más que recibir un plato de comida, esperan contención, esperanza y que los escuchen.
Algunos tienen hogares, pero lo que los llevó a la calle son circunstancias personales, (adicciones, problemas familiares y económicos, abusos, etcétera). Muchos de ellos creen “merecer” estar en esa situación. Los que acuden a recibir ayuda, mayormente son adultos, aunque los jóvenes no faltan. Hay personas que no viven en la calle, pero sí en condiciones desfavorables, y al enterarse que existe un grupo de personas que les provee alimentos, acuden al lugar con sus hijos.
Hoy podría decirse que son una gran familia; en las plazas instalan una mesita, sillas y comparten los alimentos que se preparan; hasta se festejan los cumpleaños.
El grupo se siente motivado a seguir adelante, aun cuando muchas veces se les complica realizar la tarea. Y están presentes siempre sin importar ni siquiera la condición climática. Cuando no cuentan con vehículo particular para trasladar todo lo necesario al lugar de encuentro, lo hacen en colectivo. Ellos sienten la necesidad de ayudar.
Durante el invierno estas personas sin hogar intentan cubrirse del frío con cartones. Ayuda Urbana consiguió donaciones de frazadas, ropas de abrigo y muchas veces compartieron hasta sus propias camperas, bufandas y medias.
“Cualquier persona puede estar en situación de calle, nadie tiene la vida comprada, pero debe haber esperanza. La vida no termina ahí en la calle, Dios tiene preparado algo para ellos”, concluye Walter.
• Javier, conocido como “tío Javier”, tiene 64 años. Vivió en la calle hasta que conoció al grupo, que lo ayudó a salir de esa condición. Hoy vive en la casa de uno de los integrantes, consiguió trabajo como albañil y ahora es uno más de los que ayuda a quienes se encuentran en la misma condición en la que él estuvo alguna vez.
• Fátima tiene 15 años y está embarazada de ocho meses. Ella concurre a la plaza Belgrano donde se encuentra con el grupo. “Me brindan un plato de comida y también me ayudan con ropa, a hacer trámites para conseguir una ayuda del Gobierno y con los controles del embarazo. Me gusta porque también me hablan de Dios. Él no se burla de los pobres, no hay que burlarse de ellos porque hasta el más rico puede caer muy bajo y el que no tiene puede subir”, dice. Su pareja, de 20 años, no puede trabajar porque no puede caminar por la picadura de un insecto en uno de los pies.Tiene que seguir un tratamiento con antibióticos, que son muy caros y no los puede comprar. “Cuando era chica me mandaban a pedir y mi papá me decía que robando no iba a ganar nada, que iba a quedar mal con la gente, en cambio pidiendo… si te dan, suerte y si no… Dios te ayudará. Si hacés daño a los demás, recibirás un castigo. Por eso yo no robo ni me drogo”.
Integrantes: Trabajamos en este informe Constanza Valdez Ruiz, Yohana Gómez, Nadia Gallardo y Daiana Escobar.
Todos podemos ayudar
• Si querés participar podés comunicarte al teléfono 4321081 o asistir personalmente al Instituto Adventista Tucumán ubicado en San Lorenzo 2.910 (esquina avenida Ernesto Padilla), de 8 a 13.