Para muchos pueblos es sinónimo de fuente de vida, de progreso, de esparcimiento, de atracción turística. Para otros, es un vaciadero de basura, de desechos químicos, un lugar para contaminar y destruir. En África, Asia o en la selva amazónica, y cualquier nativo sabe que matar un río implica sellar su propia acta de defunción, mientras que sociedades que se consideran más cultas o evolucionadas ensucian y agreden permanentemente sus cursos de agua.

Los ríos no tienen a sus mejores amigos entre los tucumanos. Alumnos del Instituto Agrotécnico “20 de Junio”, de Lules, preocupados por la contaminación del ambiente que los rodea, trabajaron sobre este tema de actualidad y lo desarrollaron en “Nosotros lo hicimos”, suplemento que edita todos los martes LA GACETA, donde los estudiantes efectúan sus primeras prácticas periodísticas.

La imponente belleza de la Quebrada contrasta con el estado de suciedad del río Lules, que se ha transformado en un vaciadero de residuos químicos, así como de enorme cantidades de plásticos que son traídos de fincas aledañas al finalizar la cosecha de hortalizas y frutas, ya que los campos son limpiados para renovar este material, apuntan los alumnos. A diario, camiones cargados de escombros tiran en las márgenes cubiertas de vehículos, envases de plásticos de todas clases. Con frecuencia, yacen animales muertos que despiden olores nauseabundos. 

“Al tener el río que bordea la ciudad, es muy frecuente escuchar la frase ‘tiralo en el río’, cuando se trata de basura o elementos inservibles en el hogar que nos molestan, pues parece que es el camino más fácil. Sin embargo, la realidad nos muestra que estamos contribuyendo con un granito de arena a esta contaminación, y esto nos afecta en forma directa, porque estamos bajo la mirada de los turistas que nos visitan y podemos oír sus críticas... El río es una inagotable fuente de agua natural, limpia y pura que deberíamos aprovechar, pero lamentablemente al pasar por estos focos de contaminación se torna insalubre”, escriben los alumnos. El director municipal de Saneamiento Ambiental dijo que están estudiando el impacto de los productos químicos en las napas de agua subterráneas y que el arroyo Padilla también es víctima de los desechos que arrojan los agricultores. Contó que se registraron casos de animales domésticos que tuvieron problemas de intoxicación. “Hay industrias frigoríficas que están siendo observadas a grandes rasgos y esos serían los contaminantes que tenemos detectados”, afirmó.

En la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible de Johannesburgo (2002), se hizo un llamado urgente para hacer frente al problema de la falta de agua, ocasión en que el Banco Mundial pronosticó que en 2025 -dentro de 11 años- 48 países tendrían graves problemas por esa causa.

Pareciera de una lógica irrebatible que si se arroja la basura en las márgenes del río se lo contaminará, sin embargo, parece que para  una buena parte de los tucumanos, incluida la clase dirigente, ello no es así, por lo tanto, se continúa con esta práctica depredadora, que el Estado sigue permitiendo y que a mediano o largo plazo se volverá en contra de nosotros. Tal vez, cuando se termine de estudiar si los agroquímicos afectan las napas freáticas y conviertan los cauces de agua en una cloaca, es posible que se tome conciencia pero será demasiado tarde. “Si no te gusta que la gente esté contenta. Si no te gusta ver feliz a los demás, tirate al río en la parte más profunda y después cuando te hundas si querés podés gritar”, dice la canción de un famoso luleño. Si no preservamos el medio ambiente y cuidamos nuestras joyas que la naturaleza nos ha regalado, felices e infelices se irán al fondo y no habrá pataleo que valga.