Revivieron los insultos, los golpes, los gritos, las torturas y, sobre todo, el miedo. La mayor parte de los 72 sobrevivientes de los centros clandestinos de la Jefatura y el Arsenal pasaron frente a los jueces. Brindaron nombres de compañeros de cautiverios, mencionaron a sus presuntos victimarios y describieron las condiciones de vida-y de muerte- en esos sitios. Las historias saltaron de los expedientes fríos para tener rostros y para mostrar familias bañadas de lágrimas por la ausencia. Sin embargo, también hubo momentos de reencuentro y de reconciliación. En una audiencia en mayo, Teresa Yackel había recordado que compartió cautiverio en el Arsenal con una mujer que le había contado que tenía un hermano militar y que estaba casada. Nunca pudo saber su nombre. Margarita Laskowski, 24 horas antes, había mencionado a una prisionera embarazada a la que le decían “La Panzona”. Las habían liberado juntas. Mientras Yackel declaraba, Laskowski estaba en el público. Al escuchar el relato, se reconoció en él. Más de 37 años después, las mujeres pudieron conocerse y abrazarse. En septiembre, en el reconocimiento a la base militar de Caspinchango (Monteros), Domingo Jerez y Juan Manuel Quinteros estuvieron juntos en el recorrido por el monte. En 1976, el primero, era un joven conscripto que cumplía funciones allí y el segundo, un secuestrado. Jerez precisó dónde habían torturado a Quinteros.
Los testimonios y las historias detrás de los sobrevivientes
LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA