Murieron al borde de su “tumba” como consecuencia de disparos en la sien. Muchos habían sufrido también fuertes golpes previos. Luego, sus cuerpos intentaron ser destruidos, a fuerza de fuego y paladas. Los conclusiones de las pericias del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) sobre 12 esqueletos hallados en las fosas del Arsenal no dejaron margen de duda. Los especialistas ratificaron lo que los sobrevivientes habían relatado durante el juicio: en el ex Arsenal Miguel de Azcuénaga funcionó “el centro de exterminio más grande del país” durante el terrorismo de Estado. El EAAF rescató de la entraña de ese predio militar las pruebas más irrefutables de la megacausa. Es la primera vez que en un juicio por delitos de lesa humanidad que se celebra en la provincia se cuenta con la figura de los “reaparecidos”, tal como caracterizó el fiscal Pablo Camuña durante los alegatos a aquellos desaparecidos cuyos restos fueron identificados. Son siete las víctimas de este proceso que tienen esa condición. Las fosas comunes fueron descubiertas en 2009, a poco más de 100 metros del “Galpón N° 9”-era el centro de detención- y los primeros restos humanos se hallaron en 2011. En los pozos, según los peritos, fueron inhumados de manera clandestina una cantidad de víctimas que no se puede determinar, porque fueron reutilizados en incontables oportunidades.
Los peritos rescataron de la tierra las pruebas del horror
LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA