Capítulo I

Nunca has caminado por el barrio Los Cerros. Si lo hicieras, te gustaría. Ahí los árboles alcanzan las nubes, el único sonido que se oye es el de los pájaros y la luz se arrodilla tarde, detrás de las montañas.

Hace tres años, cuando Mónica Ruesjas lo conoció, pensó que había encontrado el paraíso. Ni ella ni las otras personas que viven ahí suponían lo que iba a pasar. Ninguna estaba preparada para lo que vendría.

Capítulo II

Después de apagar el despertador, Mónica -abogada, 45 años, algo más de 160 centímetros de estatura- se levanta de la cama y va al baño. Abre la canilla del lavatorio, pero en vez de agua sale un silbido. No se asombra. Desde hace seis días, los grifos están secos. Se hubiera sorprendido, más bien, si salía agua. Así que agarra un bidón, llena un vaso y se cepilla los dientes. En seguida se echa agua en la cara.

Luego se dirige a la cocina y prepara café con agua mineral. Desayuna sin hacer ruido, para no despertar a Juan José, de cuatro años, y a Milagros, de dos años. Prefiere que se levanten tarde, a ver si entonces puede bañarlos. El día anterior hizo calor, y los niños se fueron a dormir transpiramos.

Desde mediados de noviembre, en Los Cerros padecen drásticas restricciones. La situación se repite en otros vecindarios de Yerba Buena.

En las ediciones de éste y de otros periódicos, canales de televisión y radios, a diario se publican las quejas de los vecinos a los que se les ha suspendido el suministro.

Según la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT), que es la empresa que les brinda el servicio de agua potable y de cloacas a la mayoría de los tucumanos, los cortes de deben, entre otras razones, a que los pozos de captación bajaron sus rendimientos a causa de la sequía.

El abastecimiento de Yerba Buena se realiza a través de un sistema mixto, de pozos profundos y de tomas superficiales localizadas en las sierras de San Javier. El agua obtenida de los fosos es bombeada directamente a las cañerías. El líquido que se extrae de los ríos, en cambio, es trasladado por un acueducto hasta el centro de distribución ubicado en la zona de lomadas conocida como “Lomas de Imbaud”, que posee unas cisternas.

Aunque en esta comarca la novela del agua se remonta a los orígenes, allá por 1907, cuando el gobernador José Frías Silva emitió un decreto para que se hicieran estudios sobre la provisión. El 13 de marzo de 1912 se adjudicó la obra, y al cabo se estaban poniendo las conexiones particulares.

Pero en octubre del año siguiente, un artículo difundido en “El Orden” daba cuenta de inconvenientes, puesto que la gente de Marcos Paz, la aldea fundacional, sufría faltas prolongadas. En 1926 se efectuó una ampliación de las cañerías de la villa. Todavía hoy existen esas tuberías.

Capítulo III

Con su experiencia de años pasados, esta vez Mónica ha calculado con debida anticipación la sequía. Dos meses atrás, en septiembre, dejó armada una pileta de plástico en el jardín. Así que esta mañana, cuando los cinco perros de la familia comienzan a aullar de sed, les llena su tacho con el líquido de la pelopincho.

Al rato llega Loly, la señora que hace la limpieza. Toma una escoba y saca la mugre de los pisos sin baldear. Usar agua para eso sería un derroche.

- Cuando nos mudamos, sabíamos que aquí había problemas. El primer verano, en 2010, los cortes duraban un par de horas. Al año siguiente, sólo teníamos agua de noche. Pero nunca imaginamos esto, de pasar semanas enteras sin una gota -dice Mónica.

El barrio Los Cerros está situado en El Corte, en las laderas del cerro San Javier. Un poco más abajo se erige otro condominio privado, El Tipal. Ahí también la sed es un tormento. Y lo mismo ocurre en el resto de las casas apeñuscadas en la zona.

Es más. Los habitantes de los cerros no son los únicos desesperados. Cuadras abajo, en los barrios Horco Molle, Imbaud, Telefónico, Batalla de Tucumán y Viajantes, entre otros, nadie duerme. La falta de agua les ha cambiado la vida a las personas. Con frecuencia, cuentan con el servicio corriente sólo de 1 a 8 de la mañana. Se levantan a las tres para cargar el lavarropas. Amontonan bidones como si se estuviesen preparando para una catástrofe. Y le tienen miedo al verano.

¿Qué está pasando? ¿Por qué el paraíso de Mónica se ha transformado en un infierno? ¿Cada verano será igual? ¿Quién toma los recaudos para que los nuevos suburbios tengan agua? ¿Lo que viene es peor?

Capítulo IV

Para el común de los tucumanos, mencionar a comprovincianos que no pueden lavarse ni siquiera los dientes es referirse a los protagonistas de una historia bucólica. Pero hay que sentir los rigores de esa realidad para entender que no se trata de una anécdota, sino de un drama.

El último jueves de noviembre, los concejales yerbabuenenses dijeron, en una sesión, que la falta de agua es uno de los problemas más graves en estos rumbos. Por eso, aprobaron sin vueltas un proyecto que les había mandado el intendente, por el que se harán cuatro nuevos pozos.

Las tareas se concretarán con dinero proveniente del plan nacional “Más Cerca: Más Municipio, Mejor País, Más Patria”. El monto ha sido estimado en poco más de $ 4 millones. Daniel Toledo -intendente, profesor, 53 años- calcula que esas perforaciones estarían dando agua en unos 70 días. Así, si empezarámos a contar desde este sábado 7 de diciembre, la solución o el paliativo no llegarían para este verano.

- Aunque no fuese nuestra obligación, hemos tenido que gestionar recursos para invertir en obras hídricas, porque de lo contrario repercutiría en la calidad de vida de la gente -opina Toledo. Él cree que, en la ciudad que gobierna, la SAT debería cavar más pozos y efectuar reparaciones en los caños.

- En todas las calles hay pérdidas. Esto ocurre porque en las noches, cuando disminuye el consumo, aumenta la presión en las cañerías. Para evitar que se rompan, habría que instalar bombas que regulen el flujo -agrega.

- ¿Qué más se puede hacer?

- A largo plazo, me parece necesario construir un nuevo acueducto en Anfama, que transporte el agua entubada hacia la ciudad. Hoy, cada vez que se rompen las cañerías que bajan de San Javier, perdemos un importante caudal. Además, habría que actualizar las instalaciones sanitarias de la villa de Marcos Paz.

- ¿Cuál es la causa de los cortes?

- La SAT nos ha explicado que, en parte, se debe a la sequía. Y la otra parte tiene que ver con el crecimiento demográfico continuo. Hoy, somos más de 100.000 habitantes.

Capítulo V

Son las 9.35 de la mañana. Nadie más falta por levantarse. Los chicos acaban de aparecer en la cocina, uno con su peluche y la otra con su chupete. A Mónica se le ocurre llevarlos a la casa de una abuela, para ducharlos. Luego piensa que podrían pasear en algún shopping con aire acondicionado, así el baño les dura.

Se acuerda de una mañana como ésta, de calor abrasante, en la que la SAT les envió un camión cisterna para que les llenara los tanques. El líquido del vehículo alcanzó para tres viviendas, apenas.

- Cuando se fueron, los empleados nos dijeron que tendremos agua sólo cuando llueva -cuenta.

Madre e hijos se despiden de Loly y comienzan a caminar a través del pasillo que les van abriendo los perros. Sobre el fregadero se amontonan las ollas del día anterior, a la espera de que alguien decida qué agua sacrificará para lavarlas: la reserva de la pileta o la embotellada.

En la compañía de aguas y cloacas han elaborado un plan de contigencia, pensado para toda la provincia hasta 2013. El documento contempla obras a corto, a mediano y a largo plazo.

Las primeras consisten en la recuperación de fugas en los acueductos, en el repotenciamiento de los pozos profundos, en la realización de nuevas perforaciones y en la limpieza de las tomas superficiales, a fin de incrementar los caudales de agua superficial en el municipio, entre otras medidas.

A mediano plazo, planean ampliar las redes de aguas y cloacas y perforar en más sectores. En el Gran Tucumán se harán 18 excavaciones, y en el interior otras 14. Las tareas serán financiadas por los programas “Más Cerca: Más Municipio, Mejor País, Más Patria” y “Programa de Infraestructura Vial del Norte Grande”. También se colocarán medidores.

A largo plazo, se prevé mejorar los acueductos existentes y construir nuevos. El conducto artificial de Anfama es uno de los que figuran en las obras. Beneficiará a Yerba Buena y a localidades cercanas, como Raco y El Siambón.

Capítulo VI

José Domián le da un sorbo al primero de los dos cafés que tomará durante la conversación. Ha sido director de la ex Dirección Provincial de Obras Sanitarias, conocida como Dipos, y concejal yerbabuenense. Actualmente, tiene a su cargo las cátedras de Hidráulica I e Hidráulica II de la carrera de Ingeniería Civil de la Universidad Nacional de Tucumán, y fue contratado por los gobiernos de Santiago del Estero y de Catamarca para desarrollar obras sanitarias en esos distritos.

El ingeniero sostiene que la sequía no es la única culpable de que Yerba Buena se haya quedado sin agua. A su entender, hay otros causantes: el acueducto que baja de San Javier -dice- es uno de ellos, debido a que se encuentra colapsado y no es reparado.

- Hay que hacer más pozos de captación -añade- pero no a tontas y locas. Para peor, cuando hacen un pozo, lo conectan directamente a las cañerías. En un tiempo, estas perforaciones bombeaban el líquido hacia unos tanques, como el que se observa en la esquina de las calles Brasil y Bascary. Pero ahora elevan el agua a los caños (por eso hay demasiadas pérdidas en las calles -relaciona-).

A su entender, también habría que reforzar la alimentación de las cisternas localizadas en Lomas de Imbaud. De ese modo, habría reservas para abastecer a los residentes de las zonas altas. Por último, cree que es importante modernizar las tuberías de distribución.

- Lo que está pasando aquí, al igual que en toda la provincia, es que no se planificó una actualización de las instalaciones. Estamos funcionando con cañerías, bombas y tanques pensados en la década del 70.

Capítulo VII

Ha caído la tarde en Los Cerros. En el silencio de la noche, el calor se vuelve insoportable. Entonces, además del agua, se corta la luz. Mónica abre puertas y ventanas, pero se siente asfixiada por la humedad. Han pronosticado una tormenta, pero en el cielo no se mueve ni una nube.

Acuesta a los niños, cierra los ojos y, mientras se queda dormida, piensa que, cuando den el agua, va a recoger reservas en todos los recipientes disponibles. Al rato despierta sobresaltada. Una ráfaga de viento entra por su ventana: afuera llueve a chorros.