Los resultados de las pruebas de evaluación educativa internacional PISA -que dio a conocer el martes la Organización para la Cooperación y Desarrollo Economico (OCDE)- desataron reacciones en todos los sectores educativos. No es para menos: Argentina retrocedió un punto y ocupa el lugar 59 entre 65 países que intervinieron.

Entre la dirigencia gremial las opiniones son diversas. “Creemos que tiene que haber un sistema evaluativo acorde con la realidad nacional, lo que marca el Movimiento Pedagógico Latinoamericano, al que adherimos en el marco de Ctera. PISA parte de un medio cultural y económico muy distinto, y tiende a evaluar conocimientos o más bien la forma de educar a jóvenes para insertarlos en un campo laboral determinado, producto de la globalización”, advierte David Toledo, secretario general de ATEP (Agremiación Tucumana de Educadores Provinciales). “De todos modos, en nuestro país se han hecho avances que no aparecen en esas pruebas: 1) la obligatoriedad de la escuela secundaria y 2) la obligatoriedad de 10 años de educación básica a partir de los cuatro años -destaca-. Para mejorar resultados proponemos, entre muchas medidas, aumentar el presupuesto educativo al 8 % del PBI”.

Toledo coincide con Teresa Ramayo, titular de Sadop (Sindicato Argentino de Docentes Privados), en el acierto del reciente acuerdo paritario en formación docente firmado por cinco gremios nacionales y el Consejo Ferderal de Educación, que se pondrá en marcha en 2014.

“Es un plan muy ambicioso que en tres años se propone capacitar a un millón de docentes”, afirma Ramayo. Sobre los resultados, la dirigente observa que la mirada sobre los chicos arroja muchas más causas. “Entre ellas, que la escuela no puede suplir lo que no viene de la casa en cuanto a límites, y que no es facilitándoles las cosas como vamos a mejorar la calidad educativa -señala-. Los docentes se quejan de que hacemos lo imposible para que los chicos estudien y la escuela no les resulta interesante. Los resultados de evaluaciones que viene realizando el Ministerio también son preocupantes, sobre todo en Lengua, pero no nos deben asustar. Debemos afrontarlos a través de la formación docente, siguiendo el interés de los chicos, con todas las herramientas de la educación y conteniendo a los chicos sin límites, entre muchas otras medidas”.

La culpa

Desde APEM (Asociación del Personal de Enseñanza Media) Isabel Ruiz coincide con Toledo respecto de la relatividad de la prueba PISA en cuanto a que están elaboradas sin tener en cuenta la realidad local. “Las evaluaciones válidas deberían contemplar las características regionales, los contenidos mínimos que tienen que conocer los alumnos. Por eso no se puede echarle la culpa al docente por los resultados”.

“Tenemos que trabajar entre todos. Con Ctera ya planteamos un no a las pruebas PISA y un sí a la posibilidad de que se evalúe no sólo al docente sino todo el sistema educativo, en todos los niveles, desde los programas nacionales, que se revisen las debilidades y las fortalezas de los programas, y se revea si no hay que reformular lo ya cambiado. Hoy se habla de más cantidad de días de clase, pero tenemos que preguntarnos si eso significa calidad. También hay que ver las condiciones en que van los chicos a la escuela y la realidad de los jóvenes. Tenemos que mejorar, no hay duda, pero no sólo los que están en el aula sino también en los ministerios, y también los padres en la tarea educativa”.

Desde ATEP disidente, Diego Toscano habla de crisis educativa estructural. “En estos diez años la condición educativa empeoró y creció la educación privada. Pese a supuestas reformas -leyes de educación, de educación técnica, Conectar Igualdad- no han ido a la raíz de los problemas. Los problemas que no atendieron son, primero, la precaria condición del docente, que gana en promedio $ 4000 contra una canasta familiar mucho más alta. Ello lo obliga a trabajar en dos o más puestos, y eso afecta la atención a los alumnos”. Además resalta la cantidad de chicos por aula, ya que PISA evalúa aulas de 15 a 18 alumnos, contra 40 en Argentina; y deplora la realidad social general. Por último, Toscano plantea que se convoque a un congreso que reúna todos los factores educativos para rediscutir la política educativa.