Lo cuenta como una aventura. Pero sabe que no lo fue. Y todavía tiene miedo. Ocurrió un sábado a la tarde. Matías volvía a su casa después de una reunión en la Iglesia. "Juro que miré para cruzar. De repente, vino un auto muy, muy fuerte. Y me levantó varios metros. No sé cómo salí bien de esa", dice el niño de 10 años, mirada pícara y cara finita.

Todos en el barrio Municipal de Concepción se preguntan asombrados cómo hizo para salvarse de tremendo golpe. Podría haber sido una tragedia, una más para engrosar la larga lista de hechos dolorosos que salpican la ruta 329 (continuación de la calle Joaquín V. González).

Esta ruta, que comunica Concepción con La Trinidad y Monteagudo, es un sendero estrecho que hasta hace un par de años no presentaba demasiados problemas para los habitantes de la zona. Pero desde que se inauguró la nueva traza de la ruta 38, la 329 se convirtió en el paso favorito que miles de conductores usan a diario para llegar a Concepción.

La ruta es transitada por infinidad de motos, autos, colectivos y camiones (muchos de ellos, verdaderas reliquias que escupen humo). Son tantos los vehículos que circulan rápido que los vecinos ya ni siquiera pueden cruzar. Cuando lo hacen, tienen que ir corriendo entre los autos.

¿Las banquinas? Sólo las hay de tierra, un peligro en días de lluvia. Aunque la verdadera trampa para los motociclistas que entran y salen a la ruta es el marcado desnivel que hay entre la banquina y la calzada.

Signados por la tragedia

El trayecto por los dos primeros kilómetros de la 329 implica una odisea de terror: el asfalto está gastado, emparchado y roto, en varios tramos los choferes zigzaguean para esquivar los pozos y realizan peligrosas maniobras. Desde la ruta, cruzan varios caminos y accesos a barrios. De noche, los riesgos se multiplican porque la ruta es una verdadera boca de lobo.

Pero lo que más llama la atención está a la vera del camino: son las pequeñas grutas y una estrella amarilla, testimonio de las desgracias que se suceden sobre el pavimento. En la zona todos los vecinos conocen alguna historia trágica. No es difícil encontrar estos testimonios. "En menos de dos años contabilizamos seis muertos en este tramo", remarcó Gustavo Vera. Vive frente a la ruta, en el barrio CGT. Otros cinco barrios se ubican en la zona: Los Vega, Balbín, Municipal y Asentamiento. En todos ellos viven alrededor de 10.000 habitantes.

"Ya pedimos infinidad de veces a las autoridades municipales que se hagan cosas para mejorar la seguridad: hay que iluminar la ruta y nivelar la banquina para que no esté tan separada del asfalto. Con esas dos cosas, se salvarían muchas vidas", remarca.

Basta con recorrer una manzana para recolectar dolorosas historias. Silvina Albornoz pasó la Navidad más triste de su vida el año pasado. El 14 de diciembre de 2012, su tío Ramón Saavedra fue a visitarla y, cuando regresaba a su casa, el hombre de 63 años apenas ingresó en la ruta chocó contra otra moto. Falleció el 8 de enero.

"Estaba a poco de jubilarse y ya pensaba en todo lo que iba a hacer. Es injusto", se lamenta Silvina. Y reclama más iluminación y un semáforo para que cruzar la ruta no sea un peligro mortal.

Nadie pudo salvarlo

A Juan Arroyo todos los vecinos lo vieron morir. Gritaron de angustia y desesperación. Pero no pudieron hacer nada. Era un sábado a las 19.30. El circulaba en moto junto a su pareja, Marta del Valle Fernández. Un perro se cruzó en el camino, quisieron esquivarlo y salieron despedidos de la moto. El conductor cayó sobre el pavimento, en el carril contrario. A los pocos segundos apareció un vehículo a toda velocidad y, aunque los testigos empezaron a gritar, no hubo forma de frenarlo.

El que cuenta la historia es Roberto Fernández, padre de Marta. Vive justo frente a la ruta y eso lo pone obligatoriamente en el lugar de testigo directo de los accidentes. "Ocurren todos los días. Sentimos frenadas, gritos. Y siempre se nos viene a la mente el choque de mi hija. Por suerte, ella se salvó, aunque sufrió algunas lesiones", detalla.

Roberto también denuncia que la ruta se ha convertido en una pista de "picadas" de algunos jóvenes motociclistas. Su vecino, Alberto Molina, teme por los chicos que van a la escuela de la zona. "Sin un semáforo ni un varita que los ayude a cruzar, corren mucho peligro", sostiene.

La ruleta rusa

Los automovilistas que a diario circulan por la 329 tienen varias quejas. Además, sostienen que el ingreso a Concepción funciona como una verdadera ruleta rusa: autos, micros y camiones doblan y se cruzan a nivel sin que ningún semáforo ni policía los ordene.

Están cansados de los escombros, de la tierra y de las máquinas viales que favorecen el caos vehicular. Es algo que sufren desde 2011, cuando comenzaron las obras para mejorar el tramo de la vieja ruta 38 que atraviesa Concepción. A unos cuantos kilómetros de allí, está la rotonda sur, desde donde se puede entrar y salir cómodamente del municipio. Pero son muchos los conductores que prefieren el viejo atajo que ofrece la ruta 329, aunque eso signifique arriesgarse más.

Harán una avenida para sumar más seguridad y restarle autos a la 329

La ruta 329, que se inicia en Concepción y termina en Monteagudo, fue diseñada hace muchos años. Con el tiempo, sus primeros kilómetros se fueron poblando de barrios y de comercios.

"Se trata de una ruta que por sus características requiere un tratamiento urbano. Transformaremos el primer tramo en una avenida, con todos los elementos de seguridad necesarios", expresó Raúl Basilio, titular de la Dirección Provincial de Vialidad (DPV).

Basilio sabe de los reclamos de los vecinos de la zona. No obstante, pidió paciencia. "Tenemos que ver bien cómo vamos a hacer la avenida. Estamos estudiando distintos proyectos. Creemos que la obra va a empezar en seis o siete meses", anticipó.

Según las previsiones de Vialidad, la construcción de una avenida no sólo sumará seguridad. También ayudará a bajar hasta un 7% la cantidad de vehículos que circulan por este camino.

El número de vehículos sobre esta angosta ruta provincial se acrecienta a diario. Desde que se inauguró la nueva traza de la ruta 38, los conductores usan la 329 como vía de comunicación para llegar hasta Concepción. Y no tienen necesidad de hacerlo. Si transitan un kilómetro más por la 38, pueden usar la avenida del Bicentenario, advierten las autoridades.

Sin embargo, algunos automovilistas no quieren ir por esta avenida: pese a que tiene el asfalto nuevo, está totalmente oscura de noche. Y es peligrosa, según advierten, porque es usada por los motociclistas para hacer picadas.

El intendente de Concepción, Osvaldo Morelli, admitió que el tramo de esta avenida, que va desde la rotonda hasta la nueva 38 se tiene que iluminar sí o sí. "Recibimos planteos constantes de los vecinos de la zona. Es un problema que también nos aflige y para el que se está tratando de brindar respuestas", explicó. Dijo que la Municipalidad ya presentó un proyecto ante la Nación, pero que por distintas cuestiones burocráticas permanece demorado. "Se está insistiendo con ese proyecto que contempla la instalación de más de 300 columnas a lo largo de un poco más de dos kilómetros de extensión de la vía, que es de doble mano", precisó.