"La verdad, quiero salir campeón". Matías Orlando no anda con vueltas ni se molesta en ocultarse detrás de discursos tibios. Es la gloria o nada. Otra cosa no le interesa. Y por eso cada vez que la pelota le cae en las manos, pone la vista al frente y busca el callejón que lo lleve hacia detrás de la fache. Cuando no lo hay, lo inventa a empujones. Y así ha logrado erigirse en el tryman de la "naranja", apoyando un try en cada uno de los cuatro partidos disputados.

Así y todo, es un servidor del equipo y se pone detrás de él. "El grupo está mejor que nunca, listo para jugar y alcanzar el objetivo. Por suerte, ya falta poco", resumió el centro de Huirapuca, ya con los pies en Rosario, donde hoy a las 18.10, Tucumán buscará reconquistar el título nacional.

"Me siento tranquilo, aunque los nervios aparecen antes del partido. Por ahora trato de disfrutar", expuso "Tostao" acerca de su condición de debutante en una final argentina, dado que en años anteriores la coincidencia temporal entre la Vodacom (que él disputaba con los Pampas) y el certamen de uniones le impedía participar en este último. "Todo es nuevo para mí. Me vienen los recuerdos de cuando era chico y venía a alentar a Tucumán. Formar parte de ese equipo hoy es un orgullo grandísimo, sobre todo por los jugadorazos con los que comparto", remarcó.

Enfrente estará el único otro equipo que no fue vencido en el breve pero bravo camino hacia la cúspide: los "ñandúes" rosarinos. Al igual que la "naranja", valen doble cada vez que ponen la casa.

"Son muy completos, con un apertura de buen kick y jugadores desequilibrantes. Pero nosotrosdebemos imponer nuestro plan y fortalecernos en defensa. Hasta ahora ha dado buen resultado".

Rosario, la ciudad del último grito "naranja" 

La última vez que los jugadores del seleccionado tucumano se tiraron al suelo para festejar la obtención de un título argentino fue en 2010, precisamente en Rosario, la misma ciudad en la que buscarán recuperar la corona esta tarde.

En aquél 19 a 13 que significó la novena consagración "naranja", la figura fue Nicolás Sánchez, con cuatro penales y la conversión del try de Gabriel Ascárate. El triunfo sirvió para matizar la amargura de cuatro finales perdidas consecutivas.

La formación titular para hoy conserva dos soldados de aquél equipo campeón: el capitán Gabriel Pata Curello y Antonio Ahualli. En los "ñandúes" se repetirán Santiago Sodini, José Basso y el capitán Román Miralles.

Tucumán llega a la definición con una foja de nueve títulos y 12 subcampeonatos. La primera corona la ganó en 1985 (13-9 sobre Buenos Aires, el eterno ganador).

Un dato a tener en cuenta es que Rosario nunca le ganó una final a Tucumán: antes de 2010, chocaron en 1989 y 1993, con sendos triunfos "naranjas". De hecho, Rosario es un caso particular: detrás de su único título, logrado hace 48 años, se amontonan 18 subcampeonatos.

ABRIENDO EL JUEGO

Una vergüenza

Gullermo Selis - Sarmiento 1887 - Yerba Buena

No son muchas las veces que Tucumán es anfitrión en eventos tan importantes como lo es una semifinal del Argentino, y ante Buenos Aires. Por lo tanto, como locales deberíamos brillar en la organización. No fue así, al menos en lo que se refiere a la parte arbitral.

Para comenzar, a una hora del partido no había designación de cuarto ni de quinto hombre para trabajar con el referee. La ausencia absoluta de miembros de la Comisión de Árbitros y del directivo nexo entre la Unión y los árbitros para subsanar cualquier inconveniente el día del partido. Lo peor de todo fue que el referee, los lineman, el TMO y el oficial representante de la Sanzar y de la IRB debieron trasladarse a pie desde el hotel hasta la cancha, con 40° de calor. Un papelón difícil de digerir.

Cuando en estos niveles de competencia desconocemos lo que significa ser anfitrión, deberíamos pensar en otra cosa y dejar de dañar la imagen que con tanto esfuerzo Tucumán logró ganar a través del tiempo.