"Papá, hay un hombre adentro de la casa". Hugo Domínguez dormía cuando su hija entró a la habitación y le susurró esas palabras. Domínguez -que es comerciante y vive en Floresta- se levantó y corrió al comedor. Ahí se encontró con un delincuente. "Era un chico de gorra que estaba metiendo la mano en la cartera de mi suegra", recuerda.

Con un ademán, el ladrón simuló que sacaría un arma de atrás de la cintura, pero el comerciante no se amedrentó. "Le pegué una trompada, forcejeamos, él tomó las llaves de mi casa, salió y nos dejó encerrados", relata.

Esta anécdota se remonta a unos 45 días atrás y sólo les costó una billetera. Pero el domingo la familia volvió a sufrir un robo en su casa. Ocurrió al mediodía, cuando el matrimonio y sus dos hijos que viven en Lavalle al 2.300 salieron a almorzar a la casa de unos amigos. Alrededor de las 15, la joven de 20 años regresó a la vivienda y se encontró con el desastre.

Otra vez fue ella la encargada de avisarle a su papá que habían entrado ladrones a la casa. Cuando Domínguez llegó a su domicilio, no podía creer lo que veía. "Los delincuentes, que deben haber sido menores porque pasaron por un triangulito de la reja, empujaron la puerta y tiraron al piso el televisor, que quedó destrozado", cuenta.

Todo indicaba que los intrusos habían recorrido todas la casa. "Dieron vuelta las piezas y se llevaron $ 4.000 que habíamos guardado para pagar la obra social y tirar hasta fin de mes, además de la Play Station de mi hijo", precisa Domínguez.

El 911 y la comisaría

"Mi hermana llamó al 911. Le dijeron que ya enviaban un móvil, pero nunca llegó", asegura el comerciante. Y destaca, en ese sentido, que los primeros en llegar fueron los uniformados de la seccional 3ª. Luego se acercó también personal de la división Criminalística, que levantó huellas digitales y de una zapatilla.

Varios policías revisaban la casa de Domínguez esa tarde. Al mismo tiempo, a una cuadra y media de distancia, dos menores fueron sorprendidos por un móvil del 911 cuando intentaban abrir un auto. "Fui a la comisaría para que me dijeran si eran los mismos ladrones, pero me contestaron que el dueño del auto no quiso hacer la denuncia y no les quedó otra que soltarlos", cuenta con bronca.

El comerciante lamenta que el barrio se haya vuelto tan inseguro. "Venimos de una familia pionera en la zona, donde siempre gozamos del respeto de todos y hoy vemos que eso se perdió. Nos cansamos de pedir presencia policial las 24 horas y nunca pudimos conseguirlo", expresa.

Respecto a las pérdidas, Domínguez es consciente de que no recuperará nada. "Ya no creo en la Policía. Lo único que creo es que me tengo que enrejar, que tengo que levantar más las paredes y poner alarmas porque nos roban todos los días", concluye desahuciado.