Para esta campaña de gruesos que se viene, en la que ya que nos encontramos a pocos días de finalizar el mes de noviembre, es necesario considerar aspectos que nos tocó vivir la campaña pasada, segunda consecutiva que tuvo como característica principal la falta de agua de casi todo el ciclo de cultivo.

Desde sus inicios, la campaña de granos 2012/13, se caracterizó por un pronunciado déficit hídrico en la mayoría de las localidades de la provincia de Tucumán y de zonas de influencia (oeste de la provincia de Santiago del Estero y sudeste de Catamarca). Además de la falta de precipitaciones, la irregularidad en la distribución de las mismas constituyó otro rasgo importante.

Sumado a esta situación, la característica adicional fue la presencia de elevadas temperaturas durante períodos considerables y una severa sequía entre los meses de marzo y abril.

Los técnicos de la Eeaoc (Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres) de Tucumán afirman que, como consecuencia de las reducidas precipitaciones en los meses de implantación del cultivo, numerosos lotes fueron sembrados en fechas tardías, lo cual constituye -en muchos casos- un factor limitante para alcanzar rendimientos compensatorios.

Es fundamental, para interpretar la magnitud de los daños en los cultivos de granos, señalar que, generalmente, el déficit hídrico y su intensidad, constituyen los factores de mayor importancia para el rendimiento.

También es necesario señalar que, además de la intensidad de la deficiencia hídrica, la etapa de desarrollo de la planta afectada por este problema es clave en el efecto sobre el rendimiento, ya que reduce el número de estructuras reproductivas (flores y granos).

Según el cultivo de grano que se considere, en todos los casos, los potenciales de rendimiento fueron seriamente comprometidos, exceptuando algunos lotes que tuvieron aportes de lluvias oportunas, que marcaron rendimientos significativos, comparando entre lotes y campañas pasadas.

Esta campaña que ya está lanzada en algunas zonas por las lluvias que ya se presentaron y que todavía son irregulares y escasas en muchos casos, los productores deben siempre considerar que años como los que tuvimos pueden volver a repetirse, por lo que es necesario tener una actitud cauta al tomar decisiones sobre la siembra.

Es necesario que los suelos tengan la suficiente humedad, como para que el cultivo pueda crecer en sus primeros estadíos sin dificultad, y que caigan nuevas lluvias que permitan completar las necesidades de los cultivos.

Lo ideal es tener un perfil completo al momento de tomar la decisión de siembra y, por otro lado, tener siempre en cuenta que si los suelos fueron manejados adecuadamente, en cuanto a rotaciones y malezas, la situación tiende a simplificarse. Sólo se espera que el tiempo contribuya y que las lluvias aparezcan, para lograr lanzar una campaña con resultados esperanzadores.

¿Y la estrategia?

Sin embargo, no resulta sencillo decidir cuál será la estrategia a seguir para mantener la productividad en años con falta de precipitaciones, y se debe recurrir a la elección de estrategias combinadas que consideren las prácticas de manejo conservacionistas, pensando siempre en el mediano y largo plazo, ya que nuestros suelos presentan baja estabilidad estructural, por lo que deben ser muy cuidados para que no sufran una degradación acelerada. Básicamente, continuando con el uso de la siembra directa, con la rotación con gramíneas estivales como el maíz o el sorgo, con cultivos de cobertura invernal, siempre y cuando se den condiciones de clima y suelo adecuadas. Además, es importante realizar otras labores como la fertilización, debido a la extracción de nutrientes del sistema que se realiza cada campaña.