El viaje en el tiempo, por voluntad o de modo casual, es un recurso dramático recurrente en las letras y en el cine. Detrás de ese argumento se esconde el deseo del hombre de salir de su presente y poder cambiar el pasado o conocer el futuro que le depara.
Desde tiempos inmemoriales, los hombres de la familia Lake tienen el don de regresar a un momento determinado tantas veces como sean necesarias para que sus historias tengan un final feliz y "hacer lo correcto" en términos personales. No pueden cambiar la gran historia social, pero sí las cuestiones individuales. A los 21 años, Tim
(Domhnall Gleeson) es anoticiado por su padre de esa virtud, y decide emplearla para intentar conquistar a la bella e insegura Mary (la sólida actriz canadiense Rachel McAdams), sujeto de sus desvelos y destino de su amor luego de que, en uno de sus regresos, borra el momento en que se conocieron.
Por supuesto, la trama perfecta no existe, y nada de lo que parece fácil se da como servido, por lo que las idas y vueltas se suceden. Así desfilan situaciones como la perfecta petición de mano; una boda al borde del desastre; un parto en peligro por un embotellamiento y diversos hechos que rodean a la fallida pareja central, atrapada en sus desencuentros y tristezas.
El director, Richard Curtis, es un avezado realizador en el campo de las comedias románticas, y se hizo conocido por las películas Cuatro bodas y un funeral, Notting Hill, Love Actually y Radio Encubierta. El sello británico está presente en sus escenas, que desplazan el eje clásico del corazón roto, con los hombres en la búsqueda del amor real y definitivo, de la felicidad cercana sin tener que saltar de tiempo.
El filme ganó el Premio del Público a la Mejor Película Europea en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián de este año.