Casey Eastham, de 24 años, está sentada sola en el lobby del hotel. Es cerca del mediodía y ese ambiente se ha convertido en una sala de espera para ella hasta que le toque el turno de charlar con Darren, el psicólogo del equipo. Aún no comenzó el torneo y hace una hora volvieron de entrenar. Está distendida, de ojotas, short y una remera con los colores verde y amarillo de las Hockeyroos, el apodo del equipo.
No mira raro cuando una extraña se le acerca y le propone charla, al contrario, sonríe y hace un gesto amigable. Comenzó a jugar al hockey a los cinco años en un club de Shellharbour del estado de Nueva Gales del Sur. Su hermano mayor y su papá también jugaban, así que la elección de ese deporte fue casi inconsciente. Sus aptitudes llevaron a que la volante, debutara a los 17 en el seleccionado. Con 180 partidos es una de las tres jugadoras más experimentadas del equipo
Durante un torneo tienen una rutina estricta con poco tiempo libre. "Todos los días nos juntamos para definir estrategias y analizar al contrincante", explica la jugadora. Esas reuniones forman parte de la agenda fija del equipo, al igual que los ensayos. El psicólogo es parte de la comitiva australiana. Con él las chicas se desahogan y mantienen la cabeza en su lugar para que nada estropee su juego.
Además de su pasión por el hockey, Casey reconoce que lo que más disfruta es viajar y hacer nuevos amigos. De hecho, cuenta que tiene muy buena relación con algunas de las jugadoras de Nueva Zelanda, clásicas rivales dentro de Oceanía. "No tenemos mucho tiempo, pero siempre podemos conocer a alguien", explica. En 2008 integró el equipo que viajó a los Juegos Olímpicos de Beijing. En esa oportunidad, el ex entrenador, Frank Murray, reconoció que Casey podría convertirse en la mejor jugadora del mundo.
En 2009 fue una de las goleadoras de su país y ese mismo año Casey fue distinguida como la Mejor Jugadora Joven del Año. En algunos portales dedicados al deporte, esta rubia de ojos azules es considerada como una de las más lindas del hockey.