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"Son muy independientes", así calificaron en el hotel al equipo australiano, "Hockeyroos". Apenas suelta esta frase Soledad Serafino, una de las recepcionistas del hotel, se abren las puertas del ascensor y salen tres jugadoras con unas bolsas con ropa rumbo a la lavandería. "Ellas prefieren salir a buscar y caminar, casi no quieren que les demos indicaciones de cómo llegar. Eso sí, son muy simpáticas y amigables", añade.

Por la mañana entrenaron en el estadio y cerca de las 10.30 regresaron al hotel. Hasta el mediodía tuvieron tiempo para descansar o dar unas vueltas. Además de la lavandería, algunas optaron por salir a comprar algo a un supermercado ubicado sobre 25 de Mayo. Kate Starre, la manager del equipo, confirmó que no había nada previsto salvo el almuerzo en el salón del Amerian.

El lunes al mediodía un grupo eligió comer un buen asado en una parrillada de Laprida al 600, el resto se quedó en el hotel. Más temprano por la mañana, desde la 11, entrenaron en el gimnasio del Lawn Tennis y luego disfrutaron de un buen chapuzón en la pileta. Algunas de las jugadoras se sacaron fotos que subieron a Twitter.

Las chicas de "Hockeyroos" aseguran que las altas temperaturas no son un problema. El equipo entrena en Pearl (a 93 kilómetros de Sydney, en el estado de Nueva Gales del Sur), un paraíso con playas y mucho calor.

La comitiva australiana está formada por 26 personas: 18 jugadoras, un psicólogo, un fisioterpeuta, una manager, el entrenador y los asistentes. En el hotel ocuparon 12 suites y dos habitaciones singles, una para el entrenador, Adams Commens, y otra en la que la fisioterapeuta montó una sala para masajes con una camilla que ella misma trajo. "Son muy amables y no pidieron cosas excéntricas. Hemos dispuesto de varios sectores del hotel para que ellas usen con exclusividad", contó Esteban Asaf, gerente del Amerian.

Hoy al mediodía el menú era muy sano y deportivo: cazuela de pollo, carne salteada con verduras, arroz al natural y tres variedades de ensaladas: chauchas, tomates, lechuga salpicado con huevo duro, remolacha y zanahoria rallada. De postre, frutas frescas. 

Mientras dure el torneo una patrulla del 911 con cinco agentes custodiará el momento en que las jugadoras suban y bajen del ómnibus en la puerta del hotel. Están organizados en tres turnos para cubrir las 24 horas del día. "No las tenemos que seguir, sólo cuidar que no suceda nada mientras ellas están en la vereda del hotel con sus bolsos y pertenencias", explicaron.

Después del amistoso la agenda está abierta, aunque algunas reconocieron que lo más probable es que regresen a descansar y luego de la cena se vayan a dormir. Pero ya se sabe que a estas chicas, fuera de la cancha, les gusta la independencia y descubrir las ciudades que visitan por cuenta propia.


Agustina Casmuz llora pero no se rinde. Jugó un partido de hockey en Alberdi y convirtió cuatro goles, luego de eso viajó con su familia a la capital para ver a Las Leonas. Esperó en vano en la entrada del hotel, le pidió a su papá que la lleve hasta el estadio para ver la práctica. La niña de ocho años, lapicera en la mano, buscaba un autógrafo de Luciana Aymar pero lo único que consiguió fue hacer fotos de la práctica. “Mi sueño es jugar como ‘Lucha’”, dijo emocionada. Insistiò, volviò al hotel y finalmente logró su objetivo, la firma de "Lucha" en su camiseta. Te invitamos a ver esta galerìa a través de los ojos de Agustina LA GACETA / Foto de Diego Aráoz (Prohibida su reproducción)
LA GACETA / Foto de Diego Aráoz (Prohibida su reproducción)
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Agustina en pie de "Lucha". LA GACETA / Foto de Diego Aráoz (Prohibida su reproducción)
Y colorín, colorado... al final del día, Luciana Aymar cumplìó con el sueño de Agustina. Foto de Juan Manuel Casmuz