A Lina Bibaj todavía le tiemblan la voz y las manos cuando recuerda las seis horas más largas de su vida. Transcurrieron el martes a la madrugada cuando un delincuente se metió en su casa y la mantuvo cautiva hasta el amanecer.

La crisis nerviosa de la que todavía no puede deshacerse Lina, de 46 años, le impide relatar cómo llegó desde su país natal (Albania) a la casa donde vive en la localidad de San Pablo. Le cuesta concentrarse en otro tema que no sea el sufrimiento que padeció junto a su hijo de nueve años, quien presenció todo.

Poco antes de la medianoche, madre e hijo estaban acostados. Pero ruidos extraños que venían del fondo de la vivienda, lindero con un cañaveral, le impedían conciliar el sueño. Minutos después, se sumó el tintinar del cascabel que cuelga del cuello de "Luna", la perra salchicha de la familia que corría por el patio.

Lina se levantó con dificultad. Tiene una prótesis que reemplaza su intestino delgado y eso la obliga a llevar una dieta estricta (quizás por eso se la ve tan delgada) y a consumir una larga lista de medicamentos diarios. Alrededor de la 1, una de las pastillas le había empezado a hacer efecto y apenas podía moverse. Caminó hasta el comedor y vio que un hombre intentaba romper los vidrios de una mampara para entrar. "Como él tenía un hacha, agarré un machete y me paré en la puerta. Forcejeamos hasta que me dio un empujón y entró", recuerda la mujer.

El nene de nueve años lloraba desde el pasillo. "Me pagaron 2.000 lucas porque tenías plata, dámela", relata el niño que gritaba el delincuente, mientras le ponía un serrucho en el cuello a su mamá. Lina buscó desesperada una billetera y le entregó $ 765, lo único que tenía. Pero el ladrón quería más y comenzó a revolver todo. El niño le ofreció sus ahorros del colegio para que se fuera rápido. Sin embargo, la respuesta fue un cachetazo. "Agradecé que soy un hombre con códigos, porque maté a un nene de ocho años y no lo vuelvo a hacer más", afirma Lina que le dijo el delincuente.

Como en su casa

La pesadilla parecía no tener fin. El ladrón ya había revuelto toda la casa y aún seguía ahí. "Cargó todo en tres valijas y dos mochilas. Se llevó una computadora, herramientas de mi marido, un DVD, tres celulares, un montón de ropa, todos mis medicamentos y no sé cuántas cosas más", enumera Lina, siempre al borde del llanto.

Madre e hijo habían sido atados con cordones de zapatillas. El ladrón se sentó a la mesa y se fumó los cigarrillos de Lina. Después le exigió a la mujer que le cocinara algo, pero ella se negó. "Todo el tiempo decía malas palabras", acota el niño, todavía asustado. A las 7, cuando el sol ya se había asomado, el hombre salió por la parte trasera de la casa, cargando el botín. Lina asegura que afuera lo esperaban otros individuos y se perdieron en el monte.

Antes de marcharse, el delincuente le había jurado a la mujer que los mataría a ella y a su hijo si abría la boca. Lina entró en pánico. Tembló hasta el mediodía, cuando pudo comunicarse por teléfono con su marido que estaba en el exterior y él le dijo que hiciera la denuncia.

A dos cuadras

Personal de la comisaría de San Pablo, al mando del comisario principal Sergio Nieto, y de la división Criminalística se presentó en la casa de las víctimas. Entre las huellas que había dejado el delincuente había un bolso con un DNI.

Con el aval del fiscal Diego López Ávila, los uniformados se dirigieron al domicilio que figuraba en ese documento, a dos cuadras de la casa de Lina. Allí encontraron al individuo, un joven de 22 años que tiene varios antecedentes penales, según informó el comisario Nieto. Luego revisaron un baldío en la parte trasera de la vivienda y hallaron tres valijas, una mochila y una computadora, todas pertenencias de la víctima.

Con esas pruebas, la Justicia ordenó la detención del delincuente, acusado de privación ilegítima de la libertad seguida por robo agravado y otros delitos.