Lo verde se instala en las fibras (íntimas) de algunos diseñadores. El respeto por el Medio Ambiente forma parte de una cosmovisión que trastoca la forma de vida, por ende de trabajo y de consumo.

En el país los cambios en la industria textil se dan de abajo hacia arriba. Pequeñas y medianas marcas se han puesto la camiseta de la sustentabilidad. Tienen variantes: puede ser a través de la obtención de la materia prima, el teñido, la mano de obra que se usa para la confección o hasta el reciclado.

Uno de los ejemplos es Cúbreme, de Buenos Aires. Para la confección de las prendas se utilizan fibras naturales tanto animal como vegetal, muchas de las cuales tienen certificación orgánica. Es una industria 100% argentina que trabaja con cooperativas, tiñe con tintes naturales y rescata el oficio del corte y confección.

En Tucumán, la diseñadora Josefina Luna también trabaja bajo este concepto. "Tiene que ver no sólo con los materiales, sino con trabajar con mano de obra no explotada, con un diseño que conserve la identidad de cada región y en contacto con el cliente", sintetiza. Su vestido "carnaval andino" fue seleccionado en el Salón Virla este año y se confeccionó a partir de prendas recicladas. "En el proceso de trabajo hago muchos productos de lo que reciclo de otros", añade.

De agosto a octubre participó, con apoyo del IDEP, del primer programa de Formación de Líderes para el Cambio en el Sector de la Moda y los Textiles. Basado en un código de conducta para el sector textil y de la moda que aborda diez puntos básicos vinculados con temas de Derechos Humanos, derechos laborales, medio ambiente y anticorrupción, además, de cuestiones específicas de la moda. "Es necesario redefinir el papel del diseñador y crear una nueva estética asociada a los valores del bien común", señala Josefina. Los principios de sustentabilidad y responsabilidad social - añade- tendrán una presencia cada vez más significativa en la formación de futuras empresas para adecuarse a un mercado cada vez más exigente con lo ético.