Los presos superaban en número a los policías. Tuvieron que pedir refuerzos para poder controlar los desmanes que se estaban produciendo en la seccional 3ª, luego de que los efectivos descubrieran un plan de fuga. Como resultado de los incidentes, cuatro policías resultaron heridos con armas cortantes, un preso fue derivado al hospital Padilla porque tuvo un ataque de convulsiones y otros detenidos recibieron impactos de bala de goma.
Ayer al mediodía, los policías de la comisaría ubicada en Lamadrid 2.556 recibieron la información de que iba a producirse un intento de fuga. En la celda había 18 detenidos (15 por delitos penales y tres por contravenciones), que fueron llevados a otra habitación mientras se realizaba la requisa.
Allí descubrieron un boquete que había sido abierto en la pared del calabozo que da hacia el patio. Los detenidos tuvieron un error de cálculo, según contó una fuente policial. Luego de superar los 30 centímetros de ladrillos, se encontraron con el asador de la dependencia. "Si hubieran abierto el hueco 10 centímetros a la izquierda, habrían escapado sin dramas", confió un policía de la seccional.
Uno de los detenidos comenzó a sufrir convulsiones, golpeando su cabeza contra la pared y rompiendo el vidrio de una ventana. Fue entonces cuando sus compañeros tomaron diversos elementos que estaban en la cocina. Luego entraron a la oficina en la que estaban los secuestros, y se hicieron de un machete y cuchillos.
En ese momento había 10 policías en la dependencia, que intentaron frenar a los detenidos que querían salir. Luego llegaron unos 20 efectivos más de distintas dependencias, y recién lograron reducir a los presos. La heladera, la computadora y otros elementos de la seccional fueron destrozados, según comentó el comisario Miguel Jiménez.
Superpoblación
Alrededor de las 14, llegaron a la comisaría el fiscal de Instrucción de la IV° Nominación, Diego López Ávila, y la secretaria, Constanza Vázquez, quienes recorrieron el lugar y hablaron con algunos de los familiares de los detenidos, que aguardaban en la puerta.
"He dispuesto que sean trasladados a otras dependencias. Son personas que deberían haber sido trasladadas al penal de Villa Urquiza, pero los trámites habían sido devueltos porque no había cupo. Es el problema de la superpoblación carcelaria", dijo el fiscal. En la seccional 3ª había 20 personas alojadas en una sola celda (dos de ellos habían sido llevados a tribunales cuando ocurrió el incidente). "Prácticamente duermen uno arriba de otro", contó un policía que trabaja en esa comisaría.
A la tarde, los detenidos fueron distribuidos en distintas dependencias de la Regional Capital, y hoy comenzarían los trabajos para reparar la pared del calabozo.
ANALISIS
Demasiados problemas
Gustavo Cobos - LA GACETA
La acordada de la Corte Suprema de Justicia ordenando que los detenidos no deben estar en las comisarías es hoy letra muerta. El penal de Villa Urquiza se encuentra con su capacidad colmada y al problema del hacinamiento de los presos en las dependencias policiales, que viola todos los tratados internacionales suscriptos por Argentina, se le suman los conflictos que esto genera en la Policía.
El estado edilicio de las comisarías es crítico y destruir las paredes de las celdas parece fácil. Los jefes de las dependencias deben destinar al menos a un oficial para que cumpla funciones de cuartelero (para la que no están capacitados) y cuando deben llevar a un preso a tribunales, se afecta al menos a dos policías para el traslado. A veces deben darle comida a los detenidos que no son visitados por sus familiares. Por lo bajo, los comisarios reconocen que les urge sacarse la responsabilidad de tener detenidos. A eso hay que sumarle los casos de corrupción policial, en los que se permitió que presos salieran a robar. La construcción de una alcaidía para alojar a los detenidos sin condena es cada vez más urgente. Y a pesar de los anuncios del Gobierno, la solución no parece estar cerca.