Laureano Franco Carrizo había despachado hacía 10 minutos a un cadete cuando lo sorprendieron los ladrones. Estaba sentado en una de las oficinas del estudio jurídico para el que trabaja cuando recibió un golpe en la cabeza con la culata de un arma. Durante 15 minutos dos delincuentes le siguieron pegando, lo ataron de pies y manos y huyeron con dos notebooks, teléfonos celulares y un sobre con $ 12.000.
El violento asalto sucedió ayer a las 13 en el segundo piso del edificio ubicado en Maipú 140, en el microcentro tucumano. En una de las oficinas tienen el estudio jurídico los abogados José del Río, Enrique Franco Carrizo y Mónica Lazarte.
"Después de que se fue el cadete, quedó la puerta abierta. Entraron dos hombres y escuché que le decían a un tercero que se quedara afuera vigilando que no llegara nadie", contó Laureano, de 24 años. Los asaltantes le pegaron el culatazo y el empleado alcanzó a pegarle una trompada a uno de los agresores.
"Uno solo estaba armado. Conocían el movimiento del estudio, porque me decían que sabían que yo era un empleado", comentó Laureano. Además, uno de los ladrones se justificó diciendo que tenía una hija pequeña y que necesitaba el dinero, contó la víctima.
Los ladrones ataron las manos y los pies del empleado con precintos. Esa maniobra tuvo un dato particular: sólo ligaron los dedos pulgares. Revisaron las tres oficinas del estudio jurídico y huyeron con el botín. Antes le pusieron llave al cuarto en el que quedó Laureano. Cuando logró desprenderse de sus ataduras, la víctima usó una silla para romper un vidrio y así poder salir.
Falsos clientes
Los abogados sospechan que los autores del robo son personas que los contactaron en los tribunales penales, con el ardid de que los defendieran en una causa penal. Del Río contó que hace dos semanas uno de los socios estaba frente a una fiscalía y le pidieron que los representara.
"Como el que hace derecho penal soy yo, les dio mi teléfono. Nunca me llamaron, pero hace dos días vinieron al estudio preguntando por mí. Como no estaba, se fueron", comentó el letrado. Lo que generó la sospecha de los abogados es la tonada cordobesa de uno de ellos. Actuaron a cara descubierta, y por la descripción física que dio el empleado, se trataría de las mismas personas. "Además, no hay dudas de que conocían el movimiento del estudio", agregó Del Río. Ayer a la tarde, Laureano realizó un retrato hablado en la Policía Científica.