Saben que la tarea no será sencilla. Necesitan encontrar un dato que les permita llegar hasta los asaltantes que el viernes a la noche ingresaron al country "La Arboleda", en San Pablo. Entre ellos está la persona que disparó contra el sereno José Flores y lo mató.
Por eso, un equipo de la división Homicidios estuvo hasta el sábado a la noche recorriendo el predio, buscando alguna evidencia que permita llegar a algún sospechoso. Huellas de pisadas, pelos o un pedazo de tela podrían resultar cruciales, según dijeron fuentes policiales.
Anoche, los investigadores (a cargo de los comisarios Antonio Quinteros y Luis Núñez) se encontraban reunidos en la dependencia policial para analizar los próximos pasos a seguir. No tienen dudas de que se trató de un grupo organizado, que se encontraba preparado para enfrentar a la Policía si eran sorprendidos.
Rompieron el alambrado
El viernes, pasadas las 23, los delincuentes rompieron una de las cercas perimetrales de alambre e ingresaron al barrio privado, ubicado en la ruta provincial 338, en San Pablo. Flores, que trabajaba como sereno en el lugar, habría sido alertado por uno de los vecinos, que prendió las luces de su vivienda al ver a los ladrones, según comentaron fuentes policiales.
La víctima persiguió a los ladrones, quienes le dispararon. Recibió entre siete y nueve balazos, y quedó tendido en una calle de tierra, a pocos metros del alambrado roto. Además, uno de los ladrones se habría subido a la moto en la que circulaba el sereno, y la dejó abandonada a una cuadra aproximadamente, según comentaron fuentes policiales.
Ayudaba con la vigilancia
Los compañeros de la víctima contaron a LA GACETA que el barrio privado viene sufriendo una ola de robos durante las noches, por lo que los serenos comenzaron a colaborar en los recorridos con el personal de vigilancia. "Ya habían robado tres veces en las casas, pero anoche nos robaron a un compañero", manifestaron los amigos de Flores.
El sereno tenía 35 años y el sábado a la noche se iba a realizar la fiesta de 15 años de una de sus hijas. La familia vive a un kilómetro del country "La Arboleda", y estaba preparando la comida para el festejo cuando escucharon los disparos, el viernes a las 23.30.
"Turu", como le decían a Flores, fue sepultado ayer. Estaba casado y tenía cuatro hijos: dos mujeres de 13 y 15 años, y dos varones de seis y ocho. Con mucho esfuerzo, el matrimonio había ahorrado para realizar la fiesta del sábado. "Era un hombre humilde y solidario. Nos destrozaron con lo que le hicieron", dijo ayer uno de sus allegados.