BUENOS AIRES.- Hace tiempo que la Argentina está fuera de las agendas de las principales compañías del mundo. La inversión extranjera elude al país porque no encuentra un ambiente de negocios amigable. El último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) es concluyente: en el primer semestre del año la inversión extranjera directa cayó 32%. Esto demuestra que el Gobierno no está aprovechando la abundancia de capital que presenta el planeta en estos momentos, lo cual traerá aparejado severos problemas en la economía doméstica, pese a la visión egocéntrica de la administración Kirchner. Tanto es así que si se toma en cuenta la inversión genuina del año anterior -esto es descontando las utilidades no giradas por las empresas que el Gobierno obliga a retener-, la tasa apenas llegó al 6%, es decir unos U$S 3.000 millones.

El problema es recurrente y se ha transformado en una de las causas principales de la inflación, del cepo cambiario, de la crisis energética, y todo es la consecuencia de la aplicación de un entramado de subsidios que terminó por distorsionar el sistema de precios relativos. La aplicación de subvenciones terminó con cualquier posibilidad de inversión en el país aunque es el Gobierno el único que no alcanza a percibirlo.

Hace unos meses, promediando el año, la presidenta Cristina Fernández dejó en claro su error conceptual al señalar que los subsidios son irrenunciables para la Casa Rosada. La Jefa del Estado había dicho que "el Gobierno ha subsidiado, y va a seguir subsidiando, energía y transporte. Porque no podemos ignorar que todo esto ha contribuido a la competitividad de los argentinos". No sólo no mejoró la competitividad del país, sino que tanto la energía como el transporte son los sectores que cuentan con mayor atraso relativo y los que presentan los más abultados déficit.

Las importaciones de energía y el costoso sistema de transporte alejan aún más la radicación de capitales que, sumado al cepo cambiario y las restricciones para remesar utilidades configuran un clima propicio para que las inversiones busquen otras latitudes.

Las limitaciones para remitir capitales al exterior comenzaron a mediados de 2011 y el cepo cambiario, después de las elecciones presidenciales de ese año. Lejos de seguir el camino del resto de los países de Sudamérica, la Argentina desaprovecha una oportunidad para atraer capitales. Mientras existan trabas al uso de divisas, prohibición al giro de utilidades, desdoblamiento cambiario, ley de emergencia pública, superpoderes, la Argentina estará lejos de las corrientes de inversiones internacionales. Sin inversión, el país está avanzando hacia un escenario prolongado de alta inflación y nulo crecimiento.