Con los fans no se juega. Menos si son tantos, siempre en guardia, centinelas alertas a todo lo que se publica. "En la nota del jueves de LA GACETA contaron un montón sobre el argumento de la película. Eso no se hace", se queja Fabián, parapetado detrás de una torre de pochoclo. No habrá forma de conseguir que Fabián suelte el apellido. "Ni en Facebook lo puse", apunta. El diálogo se corta porque la fila está avanzando, rauda, al encuentro de "Dragon Ball Z: la batalla de los dioses".
En los cuatro complejos de la ciudad (Atlas, Cinemacenter, Solar y Sunstar) hay salas abarrotadas en cada pase de la película. Un fenómeno cimentado en la vigencia del animé, pasión de chicos, jovencitos y expertos de treintailargos que ganan protagonismo en las funciones de la noche.
"Estábamos de novios, y como él veía la serie a las 12 de la noche se despedía un rato antes porque no quería perderse ni un capítulo", relata Silvana Guerra. "Él" es Raúl Brandán y ya anda por los 42 años. Más allá de Gokú y de sus andanzas, entre Silvana y Raúl pasaron cosas. Entre ellas, Alejandro, que tiene ocho años y se sale de la vaina por entrar al cine.
Silvana es docente de Lengua y Literatura en un secundario de Banda del Río Salí. Ella opina que el fondo de las historias que cuenta Dragon Ball -cuidar y salvar al planeta, por ejemplo- son infinitamente más positivas que muchos de los dibujos animados e historietas que están de moda. Raúl asiente, mientras saca del bolsillo un generoso toco de cartas. De Dragon Ball, por supuesto.
"La batalla de los dioses" es el filme número 14 de esta inagotable franquicia japonesa, nacida en 1984 con forma de manga (comic). El padre de la criatura es el guionista y dibujante Akira Toriyama, una celebridad del género que se involucró decididamente en este proyecto. Esa es una de las razones que despertaron la excitación de los fanáticos. Además, no se veía un filme de Dragon Ball desde 1995 ("El ataque del dragón"). Demasiado tiempo. Gustavo Arroyo tiene 18 años. Empezó a ver la serie cuando apenas tenía cinco. Su hermano, Eduardo (16), comparte el interés por este universo. ¿Y qué tiene Dragon Ball para generar semejante respuesta de los tucumanos". "La calidad de las historias", responden a dúo.
Hay mucho de eso en las opiniones. También de empatía con los personajes. De enganche al final de cada capítulo para atornillarse al televisor al día siguiente, condición obligatoria para no perder el hilo de la saga. Como aquellos seriales que veían nuestros abuelos los fines de semana en el cine.
Todo sin olvidar que en Tucumán -al igual que en el resto del país- Dragon Ball es un negocio redondo. Sobre la remera amarilla de Juan resalta el cartelito con el nombre. No da abasto despachando cartones de pochoclo, gaseosas, papas fritas... "Mucho, mucho movimiento", resume Juan.
- ¿Alguna otra película provocó algo similar en los últimos tiempos?
- "Monster University" anduvo bien... Pero no fue tanto.
Termina la función de la siesta y sale la primera oleada. El más chiquito es Bruno Pinocci. Nada más que cinco años, de la mano de su mamá, que no puede quedarse a charlar porque sus otros hijos la esperan afuera del hall.
- ¿Y Bruno? ¿Qué tal estuvo?
- Buenísima.
Un poco más locuaz luce la familia Palomeque, que está a pleno porque todos son fanáticos de Dragon Ball. Francisco, Florencia y Lucas rodean a su mamá, Claudia. El papá, que también se llama Francisco, gambetea el flash. "Como todo chico quiere ser. Así son los personajes de Dragon Ball", sostiene Francisco (el hijo).
La impaciencia del público a medida que crece la fila y se demora el ingreso queda traducido en murmullos y cabezas que espían la puerta de la sala. Vuela un cartón y la alfombra queda regada de pochoclos. Se escucha una risotada.
"La batalla de los dioses" enfrenta a Goku con el Dios de la Destrucción. Se escuchan reclamos porque el doblaje de Goku no es el mismo que en la TV. Suele pasar en estos casos. En una hora y media desfilan prácticamente todos los personajes de la saga. La estética es idéntica a lo ya conocido.
Los hermanos Mauro y Maxi López; Nacho Pérez, Lucas Fernández, Eneas García, Tomás Albornoz, Facundo Geretto y Agustín Medrano conforman una banda de amigos, repartidos en varias escuelas y grados. Barra entusiasta y erudita.
Entonces, ¿cuál es el mejor personaje?, fue la pregunta que les quedó picando. Todavía deben estar discutiendo.