"Jamás vamos a traicionar el estilo del 'Barça'". Jorge Pautasso, segundo técnico del equipo catalán, debió afrontar el viernes la conferencia de prensa acaso más protagónica de su carrera, ante la ausencia de Gerardo Martino, que había viajado a Rosario por el fallecimiento de su padre. Y no fue una conferencia fácil. En España hay cuatro diarios deportivos. Se preguntan si, según lo visto en los últimos partidos, acaso el Barcelona del "Tata" renunciará al estilo histórico de toque y posesión que caracterizó al equipo. Un estilo que, sabemos, vivió su punto culminante en la era de Pep Guardiola.
En rigor, fueron algunos jugadores los que se prendieron al debate. El arquero Víctor Valdés, el defensor Gerard Piqué y hasta Lionel Messi aceptaron la posibilidad de algún cambio. Como sintetizó Valdés: ser "más inteligentes" y "saber manejar los partidos en función de los resultados". Es decir, renunciar a veces a tanta posesión y tanto ataque y dejarle la pelota al rival para que sea éste el que se desgaste, se equivoque y sufra el contragolpe. La aplastante derrota ante Bayern Munich en semifinales de la última Liga de Campeones marcó acaso el punto más bajo de lo que podríamos llamar la era Xavi, el fabuloso volante, de estilo irremplazable, pero que suma años y que, según parece, ya no tiene la misma velocidad ni tanto poder de anticipación, y que sufre en cada pelota dividida, porque no tiene el físico que a veces requiere la batalla de la media cancha.
¿Pero acaso Barcelona no goleó 4-0 a Ajax en su debut del martes en Liga de Campeones? Sí, pero la posesión de pelota, que antes superaba el 75%, ahora es del 56%. Ayer, ante Rayo Vallecano fue del 49 % y por primera vez en cinco años perdió esa batalla en un partido. Bajó también la media de pases por partido, de 746 a 671. La menor posesión, los pases imprecisos, hacen a veces un juego menos asociado pero más vertical. Y esa asociación, advierten algunos defensores de la vieja era Guardiola, es lo que ha hecho al "Barca" un equipo distinto al resto. Hay algo de cierto, como también que Messi fue clave para numerosos títulos. Y que, sin títulos que lo respaldaran, el juego asociado de Barcelona no habría marcado historia.
Como sea, en una encuesta del diario "Marca", los propios hinchas dicen que Barcelona sí debe modificar algo de su estilo porque el toque y la posesión ya es muy conocido por los rivales y, cuando llega un poderoso como Bayern Munich, si el juego es otra vez previsible será más fácil de contrarrestar. El 72,5% de casi 7.500 lectores dicen que Barcelona debe modificarse para volver a reinar en Europa. El que no cambia nunca, eso sí, sigue siendo Lionel Messi. Con posesión y juego asociado, o de contragolpe y más individual, sigue haciendo goles. Seis en cuatro partidos de Liga. Tres en uno de Champions (quedó a nueve de los 71 de Raúl y esta temporada podría convertirse entonces en el máximo goleador en la historia del torneo). Algunos especialistas dicen que un Messi egoísta obliga a sus compañeros a que jueguen para él. Olvidan que, además de goleador, Messi también es rey de asistencias. Sólo que sus compañeros son más humanos y no pueden definir como él cada vez que están en posición de gol. Con Messi, está claro, se puede jugar de cualquier modo. Lo sabe Alejandro Sabella.
Curioso, pero también está hoy bajo análisis el Real Madrid del DT italiano Carlo Ancelotti. Viene de golear 6-1 de visitante al turco Galatasaray, es cierto, pero también lo hizo de contragolpe y con una posesión de apenas 50%. Angel Di María está siendo clave, pero lo más probable es que pierda espacio a medida que Gareth Bale mejore su condición física. El galés costó 100 millones de euros y no irá al banco. Como sea, Ancelotti tiene el ADN del fútbol italiano y su Real Madrid no tendrá por qué ser muy diferente que el de su predecesor, José Mourinho. El portugués, paradójicamente, sufre buscando imponer su estilo en su vuelta a Chelsea. La prensa inglesa dice que el problema es que Roman Abramovich, patrón del club inglés, fichó jugadores livianos en los últimos años adaptados al gusto de Guardiola, creyendo que también ficharía al DT catalán. Pero retornó José Mourinho. Al portugués les gustan jugadores más físicos. Por ahora, la mezcla no funciona.
"Pep", por su parte, eligió ir a Bayern Munich, al que también, a su modo, busca cambiarle estilo, pese a que el equipo ganó todo la última temporada. Sucede que, ahora, el club alemán quiere no sólo ganar, sino agregar también las otras dos G (gustar y golear). Sus dueños quieren que Bayern Munich sea el nuevo equipo ícono del fútbol mundial, como "Pep" ya lo hizo con Barcelona. Para eso lo ficharon. Y, como sabe que debe convencer a sus jugadores, Guardiola aprendió hasta a hablar en alemán. A Pep le encanta el riesgo, aún cuando así pueda resentir algún viejo y exitoso esquema.
Ganar, gustar y golear fue la triple G que cumplió en Argentina el Huracán de César Menotti, de cuya conquista de 1973 se cumplieron esta semana cuarenta años. El Huracán del ataque de René Houseman, Miguel Brindisi, Roque Avallay, Carlos Babington y Omar Larrosa cumplió con la triple G en la primera rueda, porque en la segunda la selección le sacó a casi medio equipo y terminó sumando puntos con más lucha que juego. Eran años de campeones sólidos, como el Estudiantes de Osvaldo Zubeldía, el Boca y el San Lorenzo del "Toto" Lorenzo, el Central de Angel Labruna y el Independiente que arrasaba ganando Copas Libertadores, cada uno en su estilo, pero en general más utilitarios. El recuerdo de aquel Huracán se hace hoy más fuerte, porque el fútbol argentino acentuó en los últimos años el pragmatismo. El actual Torneo Inicial amaga más riesgo, con algunos resultados más abultados, acaso porque se acentuó también la irregularidad, como lo reflejan victorias y derrotas del Newell's campeón, del Vélez de Ricardo Gareca, del Boca de Carlos Bianchi y del San Lorenzo de Juan Antonio Pizzi, entre otros. Consecuencia directa: se acentuó también la paridad, la mayoría de los equipos están separados por poquísimos puntos. Que cualquiera pueda ganarle a cualquiera puede sonar realmente atractivo. Pero ofrece también un inquietante análisis, porque todo parece haberse emparejado hacia abajo.
En España, si Barcelona y Real Madrid ofrecen hasta ahora un estilo indefinido, distinto es el caso, según dicen los críticos, del Atlético que dirige el "Cholo" Simeone. Fiel a su estilo de cuando jugaba, para Simeone la prioridad es ganar, no gustar. No tiene la billetera de los dos grandes y entonces puede decir sin problemas que es menos pretencioso. Si el partido se complica, no tiene reparos en darle pelota y campo al rival. Es más, hasta prefiere que sea así. Eso sí, apenas tiene espacios, es rápido y vertical y su contragolpe puede ser mortal, aún cuando ya no esté Radamel Falcao y también bajo el riesgo de que bajo tanta intensidad abusa a veces de la falta y exige demasiado el físico. "Si nos salimos de lo que sabemos hacer -dice el propio Simeone-, vamos mal seguro". Algunos, en cambio, se sienten más cómodos arriesgando. Porque el riesgo, dicen, forma parte del juego.