Un elemento para tener en cuenta es la llamada deuda tercerizada. Es decir, aquella que se contrae y que la paga un tercero. La idea es que este tipo de deuda se paga con flujos generados por decisiones que involucran un negocio. Para que una deuda sea considerada deuda tercerizada, el flujo de efectivo entre lo que se paga y lo que entra tiene que ser positivo. Ejemplos:
• Ampliación o capitalización del negocio: con esta medida crecerían las ventas, por lo tanto, los nuevos clientes pagarían los intereses del préstamo.
• Comprar un inmueble con un crédito hipotecario: se alquila la propiedad y con ese flujo se amortiza el préstamo.
• Comprar un vehículo con préstamo prendario para ofrecerlo en servicios de taxi o remís o para repartos, siempre y cuando el flujo que genere sea superior a los intereses a pagar.
Que hay que tener en cuenta a la hora de tomar una deuda. Eduardo Robinson sugiere:
• Evitar el sobreendeudamiento, es decir, que una elevada proporción de los ingresos se destine al pago de intereses.
• Balancear la relación ingresos-pago de intereses, continuidad laboral, y perspectivas de ingresos futuros.
• Las tasas de interés para préstamos difícilmente bajen en el mediano plazo: la inflación, los costos operativos de los bancos y la suba de tasas para retener plazos fijos son factores que harán que no bajen las tasas,
• El costo de los préstamos personales y la refinanciación de las tarjetas de crédito, oscilan entre 33 y 38% anual. Para personas que disponen de una cuenta sueldo solamente, la tasa del crédito personal varía entre 33% y 37% para préstamos de entre 12 y 36 meses de plazo. Para plazos superiores, en 60 meses, la tasa oscila entre 34% y 39% anual. Al sumarse los gastos de mantenimiento y administración, el 21% de IVA, el costo del crédito llega al 60% - 65%.
• Los costos de refinanciación de las tarjetas oscilan entre 30% y 35% de interés.
• El costo del crédito sube a una tasa superior a la que crecen los salarios. Estos dependen de negociaciones entre las partes, el costo del crédito incluye, la confianza. A mayor nivel de incertidumbre, sube el costo crediticio porque los bancos tratan de cubrirse ante las oscilaciones de la economía. Tomar un crédito a dos años, que es lo más normal, en la Argentina implica una elevada exposición crediticia.