Ken Norton no era un virtuoso del boxeo. No tenía una técnica depurada para ofrecer y tampoco se la pedían. Pero su pegada era descomunal, al igual que su corazón. La sufrió en carne propia Muhamad Alí: la noche del 31 de marzo de 1973, Norton le fracturó la mandíbula. Alí llegó a la campanada final porque era Alí, pero la victoria por puntos (en fallo dividido) fue de su rival. Resultó uno de los momentos cumbre de la carrera del "Hércules Negro". Falleció el miércoles, a los 70 años, víctima de un ataque cardíaco.
A Norton le tocó protagonizar una época dorada de los pesos pesados. No fue el mejor. Es más: obtuvo el título mundial del Consejo porque Leon Spinks había dejado el cinturón. Él era el retador número uno. Lo resignó poco después, el 9 de junio de 1978, cuando Larry Holmes lo batió en un fallo ajustadísimo, dividido y apenas por un punto en las tarjetas que lo decretaron perdedor.
Que no haya sido la más brillante de esa constelación de supernovas no implica que la estrella de Norton no haya brillado con potencia. Fue una pesadilla para Alí, que nunca pudo noquearlo. Combatieron otras dos veces después de aquella batalla de la mandíbula quebrada. Alí ganó esas peleas por puntos. Nunca recibió tregua.
No le tocó a Norton cruzarse con Joe Frazier, pero sí con George Foreman, por entonces invencible campeón del mundo (CMB y AMB). Chocaron en Venezuela y Foreman le propinó a Norton una paliza: lo volteó tres veces hasta que se decretó el nocaut técnico en el segundo asalto. Ya se encargaría Alí de terminar con el mito de Foreman, en aquella gesta de Zaire. Pero esa es otra historia.
Tampoco peleó Norton con nuestro "Ringo" Bonavena, pero sí lo hizo con Pedro Lovell. En el Convention Center de Las Vegas, Lovell quedó fuera de combate en el quinto asalto. Se le cortó así una ascendente carrera en Estados Unidos.
Después de perder con Gerry Cooney en el Madison Square Garden, Norton colgó los guantes. Era el 11 de mayo de 1981. Dejó una foja de 42-7-1 (33 KO). Se ganó un lugar en la galería de los grandes.